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EL HORROR COMO ROSTRO DE LA <strong>VIOLENCIA</strong> CONTEMPORÁNEA<br />
luz para comprender aquello que está de fondo en el horror contemporáneo, a<br />
saber: la reducción de la condición de humano de la víctima:<br />
Medusa alude a un humano que, en cuanto desfigurado en su mismo ser,<br />
contempla el acto inaudito de su deshumanización […]. Al ser humano, en<br />
efecto, le repugna esta violencia que no se dedica en primer lugar a matarlo<br />
sino a destruirle la humanidad, a infligirle heridas que lo deshacen y lo desmiembran.<br />
No se trata de una repugnancia que capta solo la víctima de la<br />
deshumanización, es decir, el preciso cuerpo herido que está en la escena del<br />
horror. En cuanto cuerpos singulares la repugnancia nos concierne a todos.<br />
Quien comparte la condición humana, comparte también la repulsión por un<br />
crimen ontológico que busca golpearla para deshumanizarla. 22<br />
Si seguimos la luz brindada por Cavarero para esclarecer lo que, de acuerdo a<br />
nuestra intuición, se torna en el pilar mismo del horrorismo contemporáneo,<br />
es necesario dirigir la atención de forma momentánea a las reflexiones desarrolladas<br />
por Primo Levi 23 en su libro Los hundidos y los salvados. En dicha<br />
obra, Levi presenta al lector un análisis detenido de los campos de exterminio<br />
nazi desplegados durante la segunda guerra mundial. De Los hundidos y los<br />
salvados, resulta imperativo para nosotros el segundo capítulo de su trabajo:<br />
La zona gris. Allí, Levi presenta la forma en que se desarrollaban las relaciones<br />
entre los prisioneros del campo y los soldados alemanes. El resultado<br />
de la experiencia vivida por Levi en los campos es de absoluta relevancia<br />
para comprender el fenómeno que analiza, a saber: que no existe un quiebre<br />
radical entre amigos y enemigos dentro del campo de concentración. Todo<br />
lo contrario: algunos prisioneros del campo, por razones que no resultan<br />
importantes de momento para nosotros, contaban con la posibilidad de<br />
tomar una posición por encima del prisionero promedio, ganando con ello<br />
autoridad respecto de estos, además de los privilegios otorgados por el ejército<br />
alemán. A ese grupo de prisioneros que se encontraban por encima del<br />
cautivo promedio y que prestaban servicio a los alemanes los ubica Levi en la<br />
zona gris: en el espacio intermedio entre el prisionero sometido, subyugado,<br />
ultrajado y golpeado y el soldado alemán. De hecho, al no existir al interior<br />
del Lager dos grupos radicalmente diferenciados, –comenta Levi– son los<br />
mismos cautivos pertenecientes a la zona gris los encargados de dirigir en<br />
las obligaciones diarias, golpear y castigar a los demás prisioneros: «Es una<br />
22. Ibid., pp. 35-36.<br />
23. Primo Levi, Los hundidos y los salvados, Barcelona, Muchnik Editores, 1989, p. 20.<br />
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