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ESTUDIOS PARA LA NO-<strong>VIOLENCIA</strong> 2<br />
público, como objeto mediático para un consumo social. En este sentido, para<br />
pensar críticamente la violencia humana, es necesario asumir que la forma de su<br />
exhibición mediática no tiene otra finalidad más que regular su consumo a través<br />
de la producción publicitaria de su impacto social.<br />
La virtualidad de la violencia y su poder mediático<br />
La exhibición de la violencia en Internet es –entre otras formas de su exhibición–<br />
la que ha dejado al descubierto el verdadero poder mediático de<br />
las imágenes; el cual no reside en determinar la orientación moral de su<br />
consumo, sino en producir una mirada común a través de una simple estrategia<br />
publicitaria: la producción de un público. Esto se ha hecho evidente<br />
al descubrir, sobre todo, que el montaje político de este tipo de exhibición<br />
de la violencia está diseñado justo para generar un interés público –aunque<br />
no exista, en principio, una opinión común ni acuerdos básicos sobre su<br />
significado o relevancia política– solo por mero efecto de la exhibición de un<br />
espectáculo que fue producido específicamente para su consumo mediático.<br />
Lo único que importa en el despliegue de una estrategia como esta es que<br />
exista un público que no deje de opinar, que no deje de formarse un punto<br />
de vista porque, de esta manera, el asunto adquiere una dimensión política y<br />
se convierte en una escena pública a pesar de su virtualidad.<br />
Ahora bien, en estos casos, la mirada común no radica en la generalización<br />
de un mismo punto de vista, sino en la convicción general de que se trata de<br />
un asunto del interés de todos. La efectividad de la estrategia publicitaria está<br />
basada, finalmente, en la virtualidad de un público interesado y no en la virtualidad<br />
de las imágenes. Por eso no es necesario definir una carga moral para<br />
las imágenes que circulan por Internet, pues esta será agregada después por<br />
las propias comunidades virtuales, mediante el trabajo moralizador que realizan<br />
todos sus miembros cotidianamente como simples espectadores participativos<br />
en las redes sociales. La exhibición virtual de la violencia, para generar un efecto<br />
político, no necesita más que poder garantizar la circulación de sus imágenes a<br />
través de un simple proceso de reproducción viral. Su poder mediático consiste,<br />
precisamente, en lograr la reproducción viral de su espectacularidad a través de<br />
la repetición moralizante de las comunidades virtuales en las redes sociales, pues<br />
esta reproducción viral va extendiendo, poco a poco, la visibilidad de un espectáculo<br />
que ha sido exhibido con la finalidad específica de construir un público<br />
y alimentar sus diversos intereses o necesidades, en tanto que comunidad de<br />
consumidores, hasta convertirlo en un asunto de interés público. «El espectáculo<br />
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