Reflexiones

VIERNES 5 DE ENERO
1. Vencer prejuicios. 2. Ven y verás: guía para el apostolado. 3. Un requisito indispensable para
vencer los prejuicios.
1. «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» (Jn 1, 46). Así de tajante responde Natanael a su amigo
Felipe cuando este le dice que ha encontrado al Mesías de Dios, de quien había profetizado la Escritura,
y que es Jesús de Nazaret. La mala fama de Nazaret entre los judíos es algo que en el evangelio de san
Juan no solo queda de manifiesto en el pasaje de la misa de hoy, sino que también aparece reflejada con
ocasión de la intervención de Nicodemo: cuando varios fariseos discuten sobre la identidad de Jesús,
entonces le dirán con palabras semejantes a las de Natanael: «¿También tú eres galileo? Estudia y verás
que de Galilea no salen profetas» (Jn 7, 52). Sin entrar en las causas de esta opinión general sobre
Nazaret, lo cierto es que se daba de manera muy extendida en tiempos de Jesús.
También hoy tenemos nuestros prejuicios sobre lugares y personas. No pocos son los que hoy
manifiestan un prejuicio negativo hacia la fe y el evangelio, quizá te hayas topado con ellos en tus
relaciones de amistad, trabajo o estudio. Muchas veces esa toma de postura previa sobre Cristo y su
Iglesia es solo consecuencia de la falta de conocimiento veraz de las cosas, otras –me atrevo a decir que
las menos– sí responde a una postura de rechazo frontal y consciente del evangelio. Y la pregunta que
probablemente te hagas cuando te encuentras con estas personas es: ¿Cómo vencer estos prejuicios? ¿De
qué manera convencerles de que no son verdad? Y muchas veces lo intentamos, sin éxito, con
razonamientos y largas conversaciones, que incluso pueden llegar a terminar en una discusión. Fíjate en
lo que hace Felipe en el evangelio. No discute, no replica con argumentos, tan solo le dice: «Ven y
verás» (Jn 1, 46). Solo la experiencia del encuentro con Jesús mueve el corazón y vence los prejuicios,
no lo olvides.
2. El papa Benedicto XVI lo expresó de manera brillante y clara en su encíclica sobre la caridad:
«No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación
decisiva»1. Por eso el «ven y verás» es lo único que funciona para derribar prejuicios y para acercar a
alguien a Dios. No quiere decir esto que no tengas que dialogar, refutar argumentos falaces o defender la
verdad de las cosas, sino que tengas claro que con todo ello no moverás a nadie de su posición frente a
Jesús para que, de ese modo, no te frustre ni te irrite el aparente fracaso de tus esfuerzos. Dialoga, habla,
discute los argumentos, pero hazlo siempre con respeto y recordando que la forma es importante. Y
recuerda que todo ello es solo un pie para algo más, para una amistad, una confidencia, un aprecio
mutuo… Eso sí puede ser camino para mover corazones.