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Reflexiones

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DOMINGO 14 DE ENERO<br />

SEGUNDA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO<br />

1. Para llegar a puerto. 2. La fisonomía de un buen práctico para mi alma. 3. Cada palo ha de<br />

aguantar su vela.<br />

1. Recuerdo haber visto algunos episodios de un programa documental que se titulaba «Barcos<br />

poderosos», casi no hace falta decir cuál era el contenido del mismo, cada capítulo se dedicaba a un<br />

barco singular a causa de su tamaño, de sus especiales características o su función. En uno de ellos,<br />

buena parte del tiempo lo ocupaba la maniobra de atraque de un inmenso crucero en un diminuto puerto<br />

caribeño. La operación era especialmente delicada pues el buque debía hacer un giro de ciento ochenta<br />

grados en el que la popa pasaría a escasos cien metros del muelle de carga. A pesar de la experiencia de<br />

la tripulación, es una maniobra que solo está autorizado a realizar el práctico del puerto. Él conoce bien<br />

el fondo, las corrientes y todo pormenor que pueda influir en la operación. Y gracias a todo ello el<br />

atraque se efectuó sin incidentes y los pasajeros pudieron disfrutar de su escala en aquella isla. Aquello<br />

me hizo pensar en que en la vida espiritual sucede de manera semejante. Para llegar a puerto y lograr<br />

atracar bien en él es preciso del práctico, de alguien que conozca bien cómo aproximarse, cómo avanzar<br />

y a qué velocidad, qué peligros evitar o cuándo saber esperar. Es preciso para alcanzar el destino y<br />

responder a la llamada de Dios lo que la Iglesia siempre ha llamado dirección espiritual o, si lo<br />

prefieres, acompañamiento espiritual.<br />

Precisamente en las lecturas de la misa de hoy, al menos en la primera y en el evangelio, tienes dos<br />

ejemplos magníficos de acompañamiento espiritual. Tanto Elí en la lectura del Primer Libro de Samuel<br />

como Juan el Bautista en el evangelio ejercen de prácticos experimentados para sus discípulos al<br />

señalarles cómo responder adecuadamente al paso de Dios por su vida. Presta atención a ambos pasajes<br />

y medítalos con calma.<br />

2. Por eso es muy conveniente que busques tú también un Juan Bautista o un Elí que pueda señalarte<br />

por dónde pasa Cristo a tu lado para escuchar su llamada y poder responder con prontitud y generosidad.<br />

Claro que quizá pienses cómo elegir adecuadamente, o, dicho de otro modo, ¿qué requisitos debe tener un<br />

buen acompañante espiritual? Creo que lo más importante es que sea una persona de Dios, alguien en que<br />

percibas un deseo ardiente y una lucha cotidiana por vivir cerca de Cristo. Fíjate en los ejemplos que<br />

antes mencionábamos. Elí era un juez de Israel, al contrario que sus hijos, era justo y servía al Señor<br />

desde hacía años; Juan el Bautista había consagrado su vida a preparar un pueblo bien dispuesto al<br />

Mesías y buscaba cada día mover más corazones al arrepentimiento y a la conversión.<br />

Personas de Dios que te sepan escuchar, que atiendan a lo que les cuentas, que les interese lo que te

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