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alegrías, darle gracias y renovar el amor cada día delante del sagrario es el alimento necesario para la<br />
santidad. Cuántos santos olvidados de sí encontraron en la paz del sagrario todo lo que necesitaban para<br />
seguir sirviendo. Por eso, acude todos los días a estar con Jesús, busca el silencio y esas horas en las que<br />
las iglesias están vacías. Jesús te espera porque tiene sed de ti. Allí, en el sagrario, descansarás siempre<br />
y encontrarás siempre motivos para olvidarte cada vez más de ti y ser más de Jesús. En el sagrario<br />
recordarás siempre por quién haces todo lo que haces, por quién sirves a los que nadie quiere y por quién<br />
mueres a ti mismo. Contempla a Jesús y permite que Él te moldee a su imagen y semejanza. A Él también<br />
le costó, no tengas miedo.<br />
3. Nos hemos acostumbrado desde pequeñitos a los cuentos y a las historias de las películas de<br />
Disney. Quién no conoce Blancanieves, la Sirenita, Cenicienta, etc. Muchas de esas películas tienen un<br />
factor común con el que el cine ha facturado millones de dólares: es la historia de una persona pobre que<br />
llega a ser princesa –o príncipe como Shrek–. A todo el mundo le gusta esta historia, es entrañable y nos<br />
deja buen sabor de boca porque acaba bien, muy bien y comiendo perdices. Piensa un momento, ¿Cuánto<br />
dinero crees que se habría ganado si la historia fuese al contrario? ¿Irías a ver la historia de la princesa<br />
que lo dejó todo, se puso a barrer y servir a sus malvadas hermanastras? ¡Los pobres críos saldrían del<br />
cine traumatizados! Y es que esa historia no gusta, no vende, no le interesa a nadie porque todos<br />
queremos ser príncipes o princesas pero no queremos ser los últimos.<br />
El evangelio «pica» tanto porque es justo la historia de Disney al revés. Es la historia de Dios<br />
Todopoderoso que se hace pobre y esclavo de todos para consolarlos a todos. Sí, Jesús no retuvo como<br />
propia su condición divina, dice san Pablo en la Carta a los Filipenses, y se hizo esclavo porque le<br />
importaban todos, principalmente los que no importaban a nadie. Después de curar a muchos se fue a<br />
aldeas cercanas a buscar a los que le necesitaban. Salió del Padre, se hizo hombre y se mezcló entre los<br />
que nadie quería para dar gloria a su Padre del Cielo. Por eso, permíteme esta confidencia:<br />
bienaventurados, bienaventuradas aquellas que, pudiendo ser princesas, decidieron ser servidoras de los<br />
no deseados. Servir por amor a Jesús, imitarle poniéndote el último, la última. No tener más gloria que su<br />
gloria. Aquí tienes el secreto de la felicidad y tu camino de santidad.<br />
EVANGELIO<br />
San Marcos 1, 29-39<br />
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La<br />
suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la<br />
levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos<br />
los enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de<br />
diversos males y expulsó muchos demonios; y, como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se