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Reflexiones

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se enfada, dice san Marcos que dirigió a los que tenía alrededor una mirada de ira (Mc 3, 5), ¿se puede<br />

imitar a Cristo en esto, en enfadarse? Lo que nos lleva a una pregunta de más calado: ¿Es que podía<br />

Cristo enfadarse? ¿Acaso la ira no es uno de los pecados capitales, es decir, una de esas tendencias que<br />

nos llevan al pecado?<br />

Vayamos por partes. Que Cristo experimente pasiones humanas no es solo posible, sino más aún una<br />

exigencia de la verdad de la encarnación. ¿Cómo iba a ser verdaderamente hombre sin participar de los<br />

afectos y pasiones propias de la humanidad? Por eso vemos infinidad de veces en los evangelios cómo se<br />

retratan estos afectos de Jesús. Así le vemos llorar por la muerte de Lázaro, conmoverse por el llanto de<br />

la viuda que ha perdido a su único hijo o admirarse por la fe del centurión. Son cosas muy humanas… y<br />

muy buenas, nada hay de malo en ellas, al contrario, hablan de la grandeza del espíritu humano. Ojalá<br />

también tú tengas un corazón grande que se apasione con la verdad, el bien y la belleza que Dios ha<br />

puesto en su creación y muy particularmente en las personas, creadas a su imagen y semejanza.<br />

3. Pero queda en el aire la pregunta sobre la ira, ¿puede tener una consideración positiva bajo algún<br />

aspecto? Porque en cuanto pecado capital nos es bien conocida, ¿hay acaso una ira distinta?<br />

Efectivamente, sí la hay. Hay una ira que aparece en la escritura y que se llama incluso ira santa. Nace<br />

del amor a Dios y del dolor por el rechazo a Él. Es esta ira la que hay en los ojos de Jesús en el texto del<br />

evangelio de Marcos elegido para la misa de hoy. Una ira que brota del dolor por ver el corazón<br />

endurecido de los que tiene delante (cfr. Mc 3, 5).<br />

Esta ira de Cristo no le lleva a la violencia contra los fariseos, a los que, como a todo hombre,<br />

tenderá siempre la mano. Es una ira que se opone a la indiferencia, que tiene que ver con el amor y con<br />

que las cosas importan, con que no es lo mismo tener compasión con el paralítico que no tenerla, ser<br />

agradecido con Dios o no serlo. Y en esto también puedes imitar a Jesús, que es Dios y hombre<br />

verdadero. Un hombre que ama, que sufre, al que las cosas le importan. También en enfadarte le puedes<br />

imitar. Porque hay enfados, como el de Jesús en el evangelio, que son santos, como la ira santa. Que te<br />

importen las cosas, que te duelan las ofensas a Dios y las injusticias. Que no se pueda decir, como a<br />

veces parece en algunos cristianos, que no tienes sangre en las venas porque todo te da igual. Si a Jesús<br />

no le daba igual, a ti tampoco. Imítale también en esto y pon corazón a la vida.<br />

EVANGELIO<br />

San Marcos 3, 1-6<br />

En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga y había allí un hombre con parálisis en un brazo.<br />

Estaban al acecho, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.<br />

Jesús le dijo al que tenía la parálisis: Levántate y ponte ahí en medio. Y a ellos les preguntó: ¿Qué<br />

está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿Salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir? Se

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