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Reflexiones

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contrario, pregúntatelo con frecuencia, no buscando una revelación nueva de la causa de la llamada, sino<br />

para traer a tu memoria que es fruto del amor de Dios y asombrarte por ello. De esta manera se<br />

alimentará tu espíritu de gratitud y te llenarás de deseos de corresponder a ese amor. Di muchas veces en<br />

tu interior: «¿por qué yo?, ¿por qué yo?» y deléitate en la consideración del amor divino.<br />

3. Venimos meditando principalmente en esta llamada universal que Dios hace por el bautismo a ser<br />

sus hijos, una llamada que hunde su raíz en el amor de Dios y que abarca a todos los hombres. Pero el<br />

evangelio nos habla de otra llamada, esta particular, que Dios hace a algunos para ser sus apóstoles, nos<br />

dice san Marcos: E instituyó a doce para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar, y que<br />

tuvieran autoridad para expulsar a los demonios (Mc 3, 14-15).<br />

Quizá ya hayas escuchado de Cristo esa llamada a seguirle buscando la santidad en alguna vocación<br />

particular, el sacerdocio, la vida consagrada, el celibato apostólico o el matrimonio. Esta última es sin<br />

duda el camino más común para los discípulos de Cristo, el que entronca con el proyecto original de<br />

Dios revelado en el Génesis. Si ya has escuchado esta llamada, dale gracias a Dios y pídele el don de la<br />

fidelidad, y la gracia para corresponder a ese don con una lucha diaria por perseverar. Pero, si no tienes<br />

aún claridad en este punto y no sabes qué pide Dios de ti, entonces qué bueno sería que le pidas luces,<br />

que le ruegues ver, ver para poder responderle.<br />

Como te decía antes, el camino natural y más común es sin duda el matrimonio, pero también son<br />

necesarios los operarios del reino que sirvan a sus hermanos como Cristo quiere que sean servidos. Y no<br />

es malo, sino todo lo contrario, que te ofrezcas voluntario, que le preguntes abiertamente a Cristo si no te<br />

llamará a ese tipo de vida y de servicio, no por ambicionar nada más que hacer lo que Dios quiera. Ojalá<br />

tengas la generosidad y la valentía de decirle al Señor que sí antes de conocer lo que Él quiere para ti. Y<br />

decirle que sí al sacerdocio o a la vida religiosa o a cualquier otra forma de entrega a su Iglesia. Tu<br />

generoso ofrecimiento arrancará de Dios una sonrisa al ver a uno de sus pequeños manifestar un corazón<br />

de gigante, te mirará con agrado y no dudes que no te faltará su recompensa; luego será, nunca mejor<br />

dicho, lo que Dios quiera.<br />

EVANGELIO<br />

San Marcos 3, 13-19<br />

En aquel tiempo, Jesús subió a la montaña, llamó a los que quiso, y se fueron con él. A doce los hizo<br />

sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios: Simón, a quien dio el<br />

sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de<br />

Boanerges –Los Truenos–, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo,<br />

Simón el Cananeo y Judas Iscariote, que lo entregó.

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