sucede. No con un interés particular porque quieran algo de ti, sino un interés por tu bien, un interés por la salvación de las almas, un interés por que te acerques a Dios. Ambas cosas van de la mano, si hay amor a Dios, deseo de que se cumpla su obra en el mundo y muchos le conozcan y le amen, entonces habrá también preocupación sincera e interés leal por todo aquello que concierne a los demás. Y esto se manifiesta, por ejemplo, en la paciencia con que se escucha, a veces cuando lo que se cuenta es una y otra vez lo mismo. Piensa en la primera lectura del libro de Samuel, por tres veces se acerca Samuel a decirle a Elí exactamente lo mismo: «Aquí estoy porque me has llamado» (1 S 3, 4 ss). Y la respuesta de Elí no es nunca un desaire, y eso a pesar de la inoportunidad de la hora o de la incomodidad de verse despertado. No lo olvides, quien te escucha con paciencia y atención es porque te quiere de veras y lleva el amor de Jesús en su corazón. 3. El práctico del puerto no suplanta al capitán ni lleva al barco donde este no quiere, sino que pone su pericia al servicio de la nave para que llegue sin accidentarse al muelle. De manera semejante, un buen director espiritual nunca tomará por ti las decisiones ni te dirá haz esto o aquello, sino que pondrá ante ti para que las consideres las razones y los criterios para que puedas juzgar tú mismo. «Mira a ver…», «piensa quizá si no…», «si te parece, pregunta al Señor en la oración…», así serán la mayoría de indicaciones que recibas de él. Porque su misión es la de señalar dónde está Jesús, como hace Juan con sus discípulos cuando les dice: «Este es el cordero de Dios» (Jn 1, 36), y disponerte a escuchar su llamada, como hace Elí con Samuel al indicarle: «Ve a acostarte y, si te llama de nuevo, di: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”» (1 S 3, 9). Pero, precisamente porque no toma por ti una decisión, sino que te señala a Jesús y su paso a tu lado, te interesa recibir con la máxima consideración y atención los consejos que recibes en el acompañamiento espiritual. Ya digo, no para seguir ciegamente lo que te digan, sino para en conciencia hacer lo que te parezca correcto. La decisión es tuya, no vale decir que lo haces porque te lo dice don fulano o don mengano. Lo haces porque quieres, es tu vida y es tu responsabilidad. La del acompañante espiritual es ayudarte a buscar con honestidad la luz de Cristo; el seguirla y responder a la llamada que Dios te hace ya es cosa tuya. Ojalá tengas deseos de responder y pongas los medios necesarios –y uno de los más eficaces es el acompañamiento espiritual– para que puedas escuchar la palabra que Dios siembra en tu corazón. EVANGELIO San Juan 1, 35-42 En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: –«Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: –«¿Qué buscáis?». Ellos le contestaron: –«Rabí (que significa Maestro),
¿dónde vives?». Él les dijo: –«Venid y lo veréis». Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: –«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: –«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)».
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