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MARTES 30 DE ENERO<br />
1. Mi Hijo se deja conmover. 2. Un padre no puede renegar de su hijo, pase lo que pase. 3. Jesús se<br />
fija en cada uno.<br />
1. A mediados de enero del 1871, en plena guerra franco-prusiana el ejército prusiano dominaba dos<br />
terceras partes de Francia y estaba a pocas millas de la villa de Pontmain, una pequeña población bretona<br />
de unos 500 habitantes. Además en la zona se desató una epidemia y tuvo lugar un pequeño terremoto.<br />
Todo iba mal. La gente escondía sus pertenencias para evitar que cayesen en manos de los prusianos. Y,<br />
para colmo, llamaron a filas a treinta y ocho muchachos del pueblo que, como tantos otros jóvenes de<br />
Francia, constituían un último intento desesperado por dar la vuelta a una contienda que parecía perdida.<br />
En medio de todo aquel desastre, muchos se decían desesperados: «¿Para qué rezar? Dios no nos oye».<br />
En cambio, el padre Guerin, que era el párroco de aquella villa desde hacía trinta y cinco años y había<br />
reconstruido la iglesia destruida por la Revolución Francesa, pidió a los niños del pueblo que rezasen a<br />
la Virgen pidiendo su protección para los muchachos de Pontmain que partían hacia el frente. Él por su<br />
parte confesó y dio la comunión a los nuevos reclutas que partieron así a la guerra llevando la paz de<br />
Cristo en su alma. Entre los niños del pueblo había dos hermanos muy piadosos que tomaron muy a pecho<br />
el encargo del párroco y se pusieron con ahínco a rezar el rosario y pedirle a la Virgen su protección<br />
para su hermano mayor, que era uno de los reclutas, y para el resto de jóvenes del pueblo. La respuesta<br />
de María no tardó en llegar. Se les apareció vestida de azul con unas estrellas doradas y una corona<br />
también dorada para decirles que continuaran rezando, que Dios les daría pronto lo que imploraban,<br />
porque –les dijo literalmente– «Mi Hijo se deja conmover». Y así fue, pocos días después se firmó el<br />
armisticio y los jóvenes de Pontmain que habían partido al frente regresaron sanos y salvos. Como<br />
agradecimiento a la Virgen se levantó un imponente santuario que hoy puede visitarse para pedir, a través<br />
de María nuestra madre, a aquel que se deja conmover.<br />
2. Jesús se deja conmover, ¡parece mentira que nos lo tenga que recordar su madre la Virgen! Porque<br />
en el evangelio es algo que queda patente en numerosas páginas, entre ellas, en la que hoy se lee en la<br />
misa. El Señor se deja conmover por aquel padre desesperado que ve cómo su hija se muere y corre a<br />
ver a Jesús. Él es jefe de la sinagoga, acudir de esa manera a Cristo puede acarrearle dificultades con los<br />
demás jefes del pueblo, pero eso ahora no le importa, por salvar a su hija haría lo que fuera sin<br />
importarle las consecuencias, porque él también se ha dejado conmover por el sufrimiento de su hija. El<br />
corazón de un padre se conmueve con el sufrimiento de sus hijos, nunca se desentiende de ellos, incluso<br />
cuando esos hijos se portan mal no puede renegar de ellos. Fíjate en lo que sucede con David y su hijo<br />
Absalón, la primera lectura de la misa te narra el desenlace de aquella dramática –más bien trágica–