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y lleva a ese cansancio del alma que es hastío por la vida, es cargar sobre la propia espalda el peso de<br />
alcanzar la realización de la propia vida o la de aquellos a quienes se ama. Quizá lo que más canse al<br />
mundo de hoy es haber quitado a Dios para poner al hombre en su lugar y cargarle con la responsabilidad<br />
de hacer un mundo mejor.<br />
Y ahora lleva las consideraciones anteriores a tu vida concreta. Y piensa si tu cansancio no viene<br />
principalmente cuando dejas de lado a Dios para hacer las cosas a tu manera, cuando le das la espalda o<br />
no cuentas con Él en tus planes. Y busca tu descanso, como Jesús, en hacer lo que Dios quiere de ti.<br />
3. Todavía puedes concretar más en esto del descanso. En primer lugar, volviendo al ejemplo del<br />
oboísta que es capaz de soplar y respirar a la vez. Porque con frecuencia se identifica descansar con no<br />
hacer nada, y a veces –tendrás la experiencia de ello– no hacer nada cansa todavía más y con frecuencia<br />
es ocasión para terminar ofendiendo a Dios. A descansar también hay que aprender. Porque no basta ni<br />
con no hacer nada ni con llenarse de actividades lúdicas, como hacen muchos padres con sus hijos hasta<br />
saturarlos de extraescolares y actividades de fin de semana. Ni en una cosa ni en la otra está el descanso.<br />
Aprender a descansar empieza por saber gustar y disfrutar de lo que se hace, sea trabajo o sea un rato<br />
de esparcimiento. Gozar con lo que se tiene entre manos, a ello ayuda también el ver las cosas con<br />
sentido sobrenatural, es decir, considerando su valor a los ojos de Dios. Un trabajo bien hecho, un<br />
deporte bien practicado, un rato de lectura o de trabajo manual, toda actividad noble cuando se ofrece a<br />
Dios tiene a sus ojos un valor incalculable. Pero aprender a disfrutar también desde el punto de vista<br />
humano lo que tienen de hermoso y de gozable todas esas cosas. Y para ello has de vencer a un enemigo<br />
doble: las prisas y la inmediatez. Porque, si se aplican esas dos cosas a lo que te descansa, entonces<br />
dejará de hacerlo. Un ejemplo de ello, me parece al menos, lo que sucede con el deporte y los gimnasios.<br />
Qué distinto es salir al campo a andar, correr por un parque, disfrutar de un partido de fútbol o de un<br />
pádel con unos amigos, de ir con prisa al gimnasio, estar cuarenta y cinco minutos pendiente de cumplir<br />
en las distintas máquinas el plan predeterminado para luego ducharse rápido y volver a lo que se estaba<br />
haciendo. Creo que me entiendes. Aprender a disfrutar de las pequeñas cosas, de las amistades. Jesús<br />
sabía hacerlo muy bien. Sabía retirarse a Betania, no para no hacer nada, sino para compartir con sus<br />
amigos íntimos ratos de tertulia, de conversación, de paseos por el lugar. Jesús sabía disfrutar de la vida,<br />
le llegan a acusar de comilón y bebedor. No está reñido seguirle y buscar la voluntad de Dios con<br />
disfrutar rectamente de las cosas creadas. Ojalá aprendas esto también de Jesús y hagas esa combinación<br />
perfecta de cumplir tus obligaciones y vivir tus momentos de ocio y de esparcimiento de manera que<br />
puedas de verdad descansarte en Él.<br />
EVANGELIO<br />
San Marcos 3, 20-21