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Reflexiones

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MIÉRCOLES 10 DE ENERO<br />

1. Morir a cada instante. 2. La intimidad de la noche. 3. El cuento de Disney… al revés.<br />

1. Tal vez no te acuerdes del evangelio de ayer pero, si lees el de ayer y el de hoy seguidos, te darás<br />

cuenta de una cosa: Jesús no tenía un minuto de descanso. Llegar a Cafarnaún, predicar, curar, atender a<br />

la gente, ponerse de nuevo en camino y cuando podía descansar…la suegra de Pedro está enferma y no<br />

solo eso, todos los enfermos de la comarca se agolparon a su puerta. Y así un día, y otro, y otro. ¿Jesús<br />

no se cansaba? ¡Claro que sí! Estaría exhausto pero no es el cansancio físico el más importante, sino el<br />

cansancio del alma y, ahí, Jesús no sentía jamás hastío. Su alma estaba descansada porque amaba desde<br />

la creación del mundo a todos los necesitados que se acercaban a Él. Es más, Jesús tenía sed de cada uno<br />

de ellos y los llama primero pidiendo que se acerquen a Él los cansados y agobiados para que Él los<br />

alivie y, finalmente, diciendo «Tengo Sed» desde la Cruz del Calvario.<br />

Amar mi entrega, descansar sirviendo, morir a mí mismo. He aquí el secreto de Jesús y el secreto de<br />

tantos santos que se dieron a los necesitados. No mirar atrás, no reservarse nada porque lo que no<br />

entregamos a Jesús se pierde. Amar mi entrega es algo muy concreto que requiere de mucho sacrificio.<br />

No basta con el deseo de ser solo de Jesús, has de morir en cada instante a ti mismo, a ti misma. Cada<br />

acontecimiento, cada persona puede ser el instrumento del que se sirve Jesús para que tú te entregues. Por<br />

eso, ama tu trabajo cotidiano, abrázalo. No es solo una cuestión de estudiar o no, de trabajar o no; es el<br />

termómetro con el que se verifica tu amor a Jesús. ¿Cómo le dirás que le amas sobre todo si no eres fiel<br />

en lo poco? Acostúmbrate a amar tu rutina para hacer de la prosa diaria una bellísima poesía. Jesús,<br />

siendo Dios verdadero, amó la tarea sencilla de un hombre cualquiera en sus treinta años de silencio y en<br />

su vida pública. Para llegar a amar la cruz del Calvario, Jesús tuvo que aprender, poco a poco, a morir a<br />

sí mismo, a hacer solo lo que el Padre le había encomendado. No es el discípulo más que el Maestro.<br />

Haz tú lo mismo.<br />

2. Si Jesús amaba todo lo que el Padre le había encomendado, era porque necesitaba acudir siempre<br />

al diálogo con Él. Al acabar el día, de madrugada, se retiró solo a rezar. La noche, el silencio, es el<br />

tiempo de la intimidad. ¡Cuántas confidencias hechas a Jesús en la custodia a mitad de la noche! ¡Cuántos<br />

deseos de intimidad y de entrega en esas horas donde el mundo duerme y los enamorados se hablan!<br />

Posiblemente nunca imaginaste lo bien que se está con Jesús por la noche, e incluso llegaste a pensar que<br />

tu director espiritual estaba un poco loco cuando te lo propuso y, de repente, descubriste una intimidad<br />

con Jesús que jamás podrías haber soñado. ¡Qué bien!<br />

Jesús descansaba en el Padre como nosotros descansamos en Jesús eucaristía. Aprender a descansar<br />

en Jesús, hablarle en la intimidad del silencio, contarle tus dificultades, tus cansancios, tus infinitas

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