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Reflexiones

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SÁBADO 20 DE ENERO<br />

1. Soplar y respirar a la vez. 2. El agobio y el estrés: auténticas epidemias del siglo XXI. 3.<br />

Aprender a descansar.<br />

1. Un amigo que tocaba el oboe, un instrumento musical de la familia de viento madera, me decía en<br />

una ocasión que los grandes maestros de su instrumento lograban respirar mientras soplaban a la vez, de<br />

manera que eran capaces de mantener el caudal de aire en la boquilla de manera casi permanente. Yo le<br />

pregunté si él era capaz, y me contestó que no, que le parecía algo imposible todavía. Soplar y respirar a<br />

la vez parece imposible. Como imposible les parece a los familiares de Jesús su actividad frenética hasta<br />

el punto de temer por Él. Por eso hoy en el evangelio nos da noticia san Marcos de que fueron a su<br />

encuentro para que frenase su ritmo y descansase porque, como informa el evangelista: se junta tanta<br />

gente que no los dejaban ni comer (Mc 3, 20).<br />

Lo que no entienden los familiares de Jesús es que Él tiene su descanso en cumplir la voluntad del<br />

Padre. Él sí consigue ese soplar y respirar a la vez, porque en medio de su frenética actividad su alma<br />

descansa en el Padre. El mismo Jesús revelará este «secreto» suyo a propósito de su conversación con la<br />

samaritana. Cuando insisten en que coma, Él les responde: «Yo tengo un alimento que vosotros no<br />

conocéis» (Jn 4, 32). Y como no lo entendían añade todavía con más claridad: «Mi alimento es hacer la<br />

voluntad del que me envió y llevar a término su obra» (Jn 4, 34). Y es que hay un descanso que tiene<br />

que ver con hacer lo que se ha de hacer, con cumplir lo que Dios quiere. Es esa paz interior que nada ni<br />

nadie puede arrebatar. Busca tú también tu alimento y tu descanso en buscar lo que Dios quiere de ti y<br />

ponerlo por obra.<br />

2. El tema del descanso y del estrés me parece que merece ser considerado más extensamente, más<br />

aún cuando parece ser una auténtica plaga del siglo XXI. Probablemente no te faltan noticias de personas<br />

que sufren de estrés, conocerás seguramente a muchos que viven en un agobio constante, incluso es<br />

posible que a ti mismo te suceda en ocasiones. Y suele decirse que es cosa del ritmo que impone la<br />

sociedad en que vivimos, una sociedad de lo inmediato: todo a golpe de clic o pantalla táctil, todo en<br />

streaming, todo accesible a cada momento. Y es verdad que esto influye, sin duda. Si uno se deja llevar<br />

por esa vorágine de lo inmediato, acabar agobiado y estresado es casi seguro, pero ¿de verdad que eso es<br />

todo?<br />

Si piensas un momento en Jesús y cómo encontraba su descanso y su alimento en cumplir la voluntad<br />

de su Padre, te darás cuenta de que la raíz de ese descanso está en salir de sí para darse al Padre y darse<br />

a sus hermanos. Por eso no es descabellado concluir que lo contrario, cerrarse en sí mismo y buscar la<br />

autorrealización conduce a un agotamiento no solo físico, sino mental y anímico. Lo que cansa de verdad,

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