La Sirena Varada: Año II, Número 12
El duodécimo número de "La Sirena Varada: Revista literaria"
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ía empezado. <strong>La</strong> novela «Camaleón<br />
de Barrio», en la que un elenco de delincuentes<br />
y seres abollados fungían<br />
como protagonistas, finalmente fue<br />
publicada. Material no le faltaba. Recreó<br />
crímenes cubiertos por él en sus<br />
reportes provinciales como privilegiado<br />
y obsesivo testigo de las miserias de<br />
su tierra.<br />
El día del bautizo de su última novela,<br />
los invitados empezaron a llegar.<br />
Carlos ya había dejado claro su temple<br />
de escritor; de manera que aquella noche,<br />
cuando conversaba con una persona,<br />
sólo pensaba en pretextos para<br />
dejarla. Entre la gente, buscaba con<br />
la mirada a Carmina. Ansioso, pasaba<br />
de un grupo a otro y deseaba quedarse<br />
a solas con Carmina, que llegara el<br />
momento de abrasarla, de besarla, de<br />
amarla despacio.<br />
Al despedirse el último de los invitados,<br />
se abandonaron a la dicha, como<br />
dos ríos confluentes, sus almas y sus<br />
cuerpos se unieron. Afuera, una intensa<br />
lluvia parecía como si fuese el mundo<br />
entero aplaudiendo aquella manifestación<br />
de amor.<br />
Carlos despertó temprano. Salió y caminó<br />
hasta el cafetín de la esquina. Tomó un<br />
café, ordenó dos sándwiches y un café para<br />
Carmina. De regresó, un hombre, agazapado<br />
en el portal de una casona, salió a su encuentro<br />
y, dirigiéndose a él, le recordó los<br />
reportajes que por años han servido para<br />
encarcelar a sus amigos. Sacó una pistola<br />
y le disparó. Todos los diarios hablaron del<br />
asesinato. Los indicios no faltaron.<br />
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