La Sirena Varada: Año II, Número 12
El duodécimo número de "La Sirena Varada: Revista literaria"
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tenía el cabello negro, ondulado y largo,<br />
se encontraba desnuda y tenía la piel de<br />
un blanco casi inhumano. Poseía toda la<br />
elegancia del animal que antes estaba<br />
en su lugar. El tren comenzó a aumentar<br />
su velocidad de manera frenética, parecía<br />
que se fuera a deshacer en mil pedazos.<br />
Ella se acercó a él lentamente. El<br />
chico sintió que le faltaba el aire. Pudo<br />
verla abrir la boca e intuyó que le decía<br />
algo, pero no escuchó nada. Pensó que<br />
se desmayaría. <strong>La</strong>s luces cesaron de<br />
parpadear. Se hizo una total oscuridad<br />
y reinó el silencio.<br />
Poco a poco, el sonido de las ruedas a<br />
través de las vías regresó y fueron apareciendo<br />
otros sonidos: un vendedor<br />
ambulante; una pareja que discutía; un<br />
hombre que lo observaba con desconfianza.<br />
El chico se descubrió a sí mismo<br />
hecho un ovillo en la esquina del vagón.<br />
El metro se detuvo y finalmente se percató<br />
que estaba a dos estaciones de su<br />
destino. No tenía sentido. Desconcertado,<br />
se bajó del transporte cuando fue<br />
el momento. No podía dar crédito a lo<br />
que le acababa de pasar.<br />
Estaba a punto de salir por los torniquetes<br />
cuando un impulso incontrolable<br />
le hizo voltear hacia atrás. Ahí<br />
estaba ella, la chica del cabello largo,<br />
ondulado y negro, del otro lado del<br />
andén, aún desnuda, lo observaba fijamente.<br />
Le sonreía con picardía. Sus<br />
miradas se trabaron la una con la otra<br />
hasta que llegó el tren del otro lado,<br />
cuando éste finalmente se fue, no quedó<br />
ni rastro de ella.<br />
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