15.11.2018 Views

La Sirena Varada: Año II, Número 12

El duodécimo número de "La Sirena Varada: Revista literaria"

El duodécimo número de "La Sirena Varada: Revista literaria"

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

va a llevar el diablo! —dijo sin entender,<br />

que era lo contrario y no metafóricamente.<br />

Echó la mano hacia atrás<br />

dispuesto a darle un tajo en la cara a<br />

Luciano, pero este que tenía bien sujeta<br />

su arma, con la mano a la altura de<br />

la cintura y la punta apuntando a la<br />

cara de su oponente, atacó mucho más<br />

rápido. Cuando la mano de Domingo<br />

alcanzó la máxima altura para empezar<br />

a bajar, Luciano se echó adelante atacando<br />

con todo el cuerpo lanzando un<br />

tajo más hacia adelante que hacia abajo,<br />

alcanzándole la mano y cortando al<br />

instante el dedo anular y el meñique<br />

que cayeron al suelo seguidos de un<br />

reguero de sangre.<br />

Inmediatamente después del corte,<br />

lo empujó con el pecho con una brutalidad<br />

que lo hizo cruzar el cuarto y<br />

estrellarse contra la pared que tenía a<br />

su espalda. Con el mismo impulso, Luciano<br />

lo siguió con el machete hacia el<br />

frente e inclinándolo porque Domingo<br />

había caído. Le hundió el machete<br />

en el pecho unos cuatro centímetros<br />

directamente en la piel, puesto que<br />

traía la camisa abierta. Domingo gimió,<br />

mostrando unos ojos llenos de miedo<br />

y sintiendo como si tuviera la mano<br />

dentro de una prensa muy apretada y<br />

al rojo vivo. Con el escándalo, Macario<br />

había ido corriendo y ahora estaba en<br />

la puerta del cuarto.<br />

—Déjalo, Luciano, no te metas en<br />

problemas —le dijo, pero sonó casi<br />

indiferente. Luciano no despegaba la<br />

mirada de los ojos del cerdo que había<br />

golpeado a su madre y lastimado<br />

a su hermanita. Inspiró ruidosamente<br />

y echó hacia adelante su cuerpo en el<br />

que tenía recargada la mano, haciendo<br />

que el machete entrara limpiamente<br />

y saliera por la espalda con un movimiento<br />

preciso, como si lo hubiera estado<br />

ensayando. En el movimiento había<br />

acercado la cara como si más bien<br />

quisiera matarlo con la mirada, hasta<br />

estar a veinte centímetros uno de otro.<br />

Todos guardaron silencio mientras Domingo<br />

perdía el resuello y finalmente<br />

puso los ojos en blanco. Macario salió<br />

en silencio con la mirada baja, vio más<br />

de lo que hubiera deseado, nunca más<br />

mencionó lo ocurrido ese día.<br />

Luciano vio un instante su mano y,<br />

moviéndose lentamente, se incorporó;<br />

después, apoyando un pie sobre el<br />

esternón del cadáver, retiró el machete<br />

brutalmente, con una mueca de asco y<br />

desprecio. Se paró unos instantes frente<br />

a Domingo, como si quisiera amedrentarlo<br />

a pesar de estar muerto.<br />

Luego salió con toda calma a la cocina<br />

para guardar el machete bajo el<br />

fogón, donde estaba, no sin dirigir una<br />

mirada su madre, quien abrazaba muy<br />

fuerte a sus dos hijas pareció que le<br />

murmuró «Gracias».<br />

DALLAS - NUEVO LAREDO<br />

<strong>La</strong> última noche en Dallas, José Ángel<br />

fue con su hermano y sus primos a una<br />

especie de fiesta, no eran invitados,<br />

sólo acompañaba a su hermano que<br />

dijo que tenía que hacer un mandado.<br />

Mientras esperaban frente a los departamentos,<br />

en el silencio de la madrugada<br />

sólo interrumpido por algunos<br />

137

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!