La Sirena Varada: Año II, Número 12

proponiendo seriamente—. Estoy cansado,
llevo en esto mucho tiempo y necesito
un retiro, la paga es excelente —arruga la
barbilla como si fuera cosa de hacer así
no más, un trámite rápido. Sin embargo,
yo sé que cambiarme ahora de trabajo
sería tremenda boludez. No voy a joderlo
todo ahora que estoy a punto de rajarme
a la mierda para poder andar en calzones
todo el día.
De repente, por una de esas cosas
inexplicables de mi mente me pregunto:
¿Y si me jubilo ahora? Cambiar de
aire para un ecónomo que puede vender
casi cualquier cosa sería genial o
me estancaría, quién sabe.
—Debería pensarlo. Me estoy a punto
de jubilar y podría probar... —me encojo
de hombros. Al mismo tiempo me
doy una cachetada mental, debo dejar
de pensar boludeces.
—Bueno, vení —el hombre se acerca
tranquilo al filo de la cornisa. Lo acompaño
a mirar la vista. Me hace una señal
con su dedo índice y junto las cejas—
Acercáte más, mirá el tránsito. —me
aclara Átropos para que no desconfíe.
Medio intrigado, medio curioso me
asomo a ver lo que quiere mostrar pero
mi cabeza está en otro lado. Pienso
que tal vez es hora de cambiar de rubro,
falta poco para mi retiro; podría probar
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