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La Sirena Varada: Año II, Número 12

El duodécimo número de "La Sirena Varada: Revista literaria"

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Quienes dicen que hay que tenerle<br />

más miedo a los vivos que a los<br />

muertos es porque no han pasado<br />

por una situación tan terrorífica<br />

como lo hice yo, hace apenas un par de<br />

meses. Después de celebrar año nuevo<br />

con mi familia, decidí que era tiempo<br />

de volar por mi cuenta y de inmediato<br />

busqué un pequeño departamento o<br />

alguna casa pequeña, aunque lo más<br />

cerca posible de la casa paterna.<br />

Al recorrer algunas colonias aledañas,<br />

vi con felicidad un letrero de «se<br />

renta» en una hermosa casa, no tan<br />

grande pero era justo lo que necesitaba,<br />

de inmediato llamé al número del<br />

anuncio y una voz amable me contestó;<br />

casi me voy de espaldas al escuchar<br />

el precio, la renta era muy barata, le<br />

pregunté cuál era el truco y me dijo<br />

que simplemente no quería que la casa<br />

estuviera sola.<br />

Al día siguiente ya estaba instalado,<br />

mis escasos muebles y utensilios apenas<br />

cubrían una parte de mi nuevo hogar,<br />

pero se me hizo raro que la puerta<br />

hacia el patio trasero permanecía cerrada<br />

completamente, sin cerradura,<br />

sellada con soldadura. Como pude<br />

quité un poco la pintura que cubría las<br />

ventanas y vi que había un pequeño<br />

baño sin puerta y un lavadero a un lado.<br />

Pensé hablar con la dueña para hacerle<br />

el comentario pero ya había un baño<br />

acondicionado junto a la entrada de servicio<br />

y un lavadero a un lado, por lo que<br />

no vi la necesidad, pero la curiosidad es<br />

mala consejera y esa noche lo comprobé.<br />

Cansado por tanto ajetreo, lo único<br />

que armé fue mi cama y puse la televisión<br />

para distraerme un poco, pero el<br />

sueño me venció y caí profundamente<br />

dormido. Ya muy de madrugada, unos<br />

ruidillos me despertaron, venían del<br />

patio trasero, era como si rasguñaran la<br />

puerta. Pensé que se trataba de algún<br />

animal que se había metido al patio e<br />

intentaba entrar a la casa, pero una risilla<br />

macabra de niño con eco me erizó<br />

la piel, pensé entonces que el cansancio<br />

hacía de las suyas y me acosté de<br />

nuevo, haciendo caso omiso al ruido.<br />

Como ya era mi casa, al menos mientras<br />

la rentara, la mañana siguiente<br />

me la pasé a cincel y marro intentando<br />

abrir la puerta, tronando la soldadura,<br />

hasta que ésta cedió y se abrió, dejando<br />

a la vista un patio muy descuidado<br />

y con maleza, el lavadero desquebrajado,<br />

la pileta cuarteada y el baño con la<br />

puerta de madera semi destruida.<br />

Ese día se lo dediqué a esa parte de<br />

la casa; era extraño pero sentía como<br />

si alguien me observara detrás de mí, y<br />

por más que busqué al supuesto animal<br />

de la noche anterior no lo encontré.<br />

Al terminar de cortar la maleza seguí<br />

acomodando mis cosas y desempacando,<br />

dejando la puerta del patio abierta,<br />

la cual mostraba una mejor vista.<br />

Esa noche decidí quedarme en la<br />

sala hasta tarde, mirando televisión;<br />

después de ver dos películas me quedé<br />

dormido, pero una corriente de aire helado<br />

me despertó; de pronto, la puerta<br />

del patio se cerró completamente como<br />

si hubiera sido empujada, volviéndose<br />

a abrir lentamente dejándome ver en<br />

todo su esplendor a un pequeño como<br />

de cinco años corriendo alrededor del<br />

lavadero y perdiéndose en el baño. Mi<br />

razón decía que aquello no era normal,<br />

pero mi instinto protector se preguntaba<br />

cómo es que aquel niño había saltado<br />

la barda del patio.<br />

Con miedo y precaución me dirigí a la<br />

maltrecha puerta del baño y me asomé,<br />

esperando no ver aquella pálida y tétri-<br />

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