La Sirena Varada: Año II, Número 12

esta razón, Nietzsche interpreta todo
querer como «voluntad de poder»: nada
quiere perecer, pero el no-sentido tiene
una razón para seguir viviendo en
el pensamiento del hombre. Aunque
la alegría aparece en la vida cotidiana,
desaparece en un instante. Se evapora
como humo infeliz e incomprensible
ante la vista fugaz. Ella induce con
bastantes razones a sacar una sonrisa
pasajera. El hombre no puede vivir con
alegría mientras cohabite en él el parásito
del no-sentido. Por esta razón,
aquel que quiere vivir alegre sabe desde
el principio que esto es impensable.
Sin embargo, ¿cómo es posible que una
sensación infeliz dure mucho más tiempo
que una sensación feliz?
Una razón para ser jovial en nuestros
días consiste en mirar rápida, pero socarronamente,
a nuestro coetáneo. Ya
sea como burla o como desprecio la
mirada sirve de instrumento para el
auto-escrutinio, sin embargo, el otro se
convierte, a nuestros ojos, en una condena
inevitable. De ahí que la mirada
no pueda dejar de observar la vida de
un otro. Es aquí cuando la contemplación
al otro puede provocarnos incomodidad.
Desde que la vida ajena se
transformó en un tema importante el
espionaje se convirtió en el nuevo sujeto
actual. Exponer la vida privada ha
sido una finalidad en las redes sociales
tanto que el observador se convierte
en un espía veinticuatro horas.
El mundo es una imagen hermosa
que hay que retratar: así piensa el fotógrafo
contemporáneo. Cuando la
imaginación era puesta en marcha a
través de la lectura, la fotografía pasó
a ser la anulación de toda actividad
imaginaria. La fotografía pornográfica
del siglo pasado fue un logro inaudito:
ella reflejaba una imaginación erótica
siempre educada. Hoy en día la exposición
de los genitales en la fotografía es
el abuso de una privacidad sin límites.
El retrato implicaba, aunque estuviera
hecho en un lienzo, una vivencia perso-
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