La Sirena Varada: Año II, Número 12
El duodécimo número de "La Sirena Varada: Revista literaria"
El duodécimo número de "La Sirena Varada: Revista literaria"
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Lo llevo siguiendo varios meses; es<br />
un hombre un tanto hosco, con<br />
una mirada rebajada a dos puntos<br />
negros, carente de todo brillo excepcional<br />
y un físico bastante descuidado.<br />
Descubrí también que tiene una afición<br />
espeluznante por la lectura: hábito que<br />
le impide relacionarse con las personas<br />
la mayor parte del tiempo. Es decir, he<br />
visto a infinidad de hombres retacarse<br />
los ojos con palabras, historias y textos;<br />
y, de alguna forma, a largo plazo,<br />
su lucidez se ve afectada, o esa misma<br />
lucidez desmedida les impide hablar<br />
con los otros. Su boca está llena de referencias<br />
de tal o cual escritor o de tal<br />
o cual historia; es tragedia y comedia<br />
andante, terror y algo de fantástico,<br />
torpemente lírico y bastante menos<br />
prosódico. A veces, dicho sea de paso,<br />
me miro en él, me reconozco. Siempre<br />
guardo distancia para no levantar sospechas<br />
y así evitar cualquier contacto<br />
antes de cumplir con mi trabajo. Y hoy<br />
es el día para terminar con todo esto.<br />
Salió de casa con el traje gris oxford<br />
—el único que le he visto—, camisa<br />
blanca y una corbata marrón que hacía<br />
juego con sus zapatos. Tenía algo<br />
importante. Con frecuencia viste playeras<br />
holgadas tipo polo y pantalones<br />
de gabardina ligeramente más grandes:<br />
una o dos tallas. Es predecible, su<br />
vestimenta determina su rutina diaria.<br />
Caminaba detrás de él, a no menos de<br />
cinco metros; pero había algo extraño,<br />
fuera de lo común. Saqué mi cuadernillo<br />
para hacer nota; mientras avanzaba<br />
distraído en la escritura levanté la mirada,<br />
se había detenido a amarrarse los<br />
zapatos y estuve a menos de un metro<br />
de chocar con él. Frené de golpe, casi<br />
en automático. Por fortuna su atención<br />
estaba puesta por completo en atarse<br />
las agujetas. Viré hacia la derecha y<br />
crucé la calle. Al terminar volteó como<br />
si alguien lo hubiese llamado; clavó sus<br />
ojos en el suelo y ahí estaba... Desesperado<br />
revisé mis bolsillos, el corazón me<br />
golpeteaba en el pecho como el azote<br />
de un martillo, me comenzaron a sudar<br />
las manos y en la cara me picaba una<br />
angustia. Siguió su camino. Aceleré el<br />
paso mientras me esculcaba una y otra<br />
y otra vez. Llegó a la cafetería de costumbre,<br />
tomó la misma mesa, ordenó<br />
como siempre un chocolate blanco y<br />
esperó. A menudo vestirse de gala es el<br />
ritual para comenzar o terminar un libro;<br />
sin embargo, no llevaba nada para<br />
leer. Entré, me senté a una distancia<br />
considerable, pedí un expreso doble.<br />
Tenía que recuperar el cuadernillo.<br />
Pasó una hora, bebía despacio, levantaba<br />
la mirada y rodeaba todo el lugar,<br />
repitió la misma acción cada diez minutos,<br />
es un hombre metódico. En esas seis<br />
ocasiones agaché la cabeza para disimular<br />
que lo vigilaba. Hurgó en el bolsillo<br />
del saco y despacio puso el cuaderno en<br />
la mesa. Retiró todo lo que estorbaba y<br />
recargó los brazos. Sus manos jugaban<br />
con la libretilla: la giraba, tocaba el espiral,<br />
abría y cerraba las pastas. Se acercó<br />
el mesero, pidió otra taza de chocolate.<br />
Nunca toma más de una, incluso creo<br />
que jamás se había terminado lo que<br />
ordenaba. Comenzó a leer. Sentí un escalofrío<br />
en la espalda, todo estaba arruinado,<br />
me descubriría y el trabajo de meses<br />
habría sido en balde. Necesitaba actuar<br />
rápido antes de que se diera cuenta del<br />
plan; pero yo estaba paralizado, tanto<br />
que no despegaba los ojos de sus manos.<br />
Levantó la mirada una séptima ocasión<br />
y me vio mirándolo. Sonrió de manera<br />
burlona. Desvié la mirada sin discreción,<br />
todo se había ido al caño.<br />
79