La Sirena Varada: Año II, Número 12
El duodécimo número de "La Sirena Varada: Revista literaria"
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ploradora). Después de treinta años de<br />
servicio, la vida le dio una oportunidad,<br />
así que solicitó que el paladín de la fe<br />
obtuviera el Refrigerador Clonador.<br />
Algunos hombres son egoístas y hubieran<br />
solicitado el cinturón de inmortalidad,<br />
los que se dejan llevar por la<br />
culpa y la nostalgia hubieran solicitado<br />
la máquina del tiempo, pero Benito<br />
Plátano era un hombre cabal.<br />
Un refrigerador que sacaba latas de<br />
alimentos exóticos de «quién demonios<br />
sabe dónde 8 » era justo lo que el<br />
hombre necesitaba. Durante su tiempo<br />
de estudiante el actual abad había participado<br />
en un proyecto de tesis:<br />
Análisis de diversos sustitutos neurológicos<br />
al instinto de conservación<br />
basados en encurtidos enlatados<br />
de origen dudoso.<br />
—¡Necios! —contestó el abad, con voz<br />
severa—. ¿Acaso una rima rimbombante<br />
los hace dignos de respuesta? ¿Ignoran<br />
que este planeta opera doce horas,<br />
cuatro días a la semana? —señaló a<br />
uno de los mensajeros—. ¡A pesar de<br />
que hay más de cien inodoros en el edificio<br />
te has orinado en los pantalones!<br />
Ahora viajad a la tierra y avisad que el<br />
abad del Templo del Oeste, baños limpios<br />
doce-cuatro, necesita el refrigerador<br />
clonador de latas que se esconde<br />
en el planeta Pling.<br />
El hombre quería latas, las quería<br />
gratis y las quería en abundancia. <strong>La</strong><br />
vida le había brindado la oportunidad<br />
de utilizar los recursos del Templo de<br />
los Últimos Contribuyentes en su afán<br />
de obtener la máxima fuente universal<br />
de lata. Y nada parecía interponerse<br />
entre él y su sueño.<br />
Este proyecto de investigación, que<br />
recibió un temprano rechazo, enseñó<br />
algunas cosas a Benito:<br />
1. <strong>La</strong> gente quiere alargar su vida<br />
para poder ver más latas exóticas.<br />
2. Los individuos aman el dinero<br />
porque puede usarse para comprar<br />
latas exóticas.<br />
3. El sexo es la respuesta evolutiva a<br />
la falta de latas exóticas.<br />
Una mañana calurosa en el despacho<br />
del abad del Gran Templo de la esquina<br />
oeste se presentaron dos mensajeros de<br />
la tierra. Arrodillados frente al imponente<br />
escritorio recitaron en voz sumisa:<br />
—¡Oh, gran abad del Templo del Oeste,<br />
proveedor de baños limpios veinticuatro<br />
siete! ¡Te rogamos con prontitud!<br />
¡Que nos menciones tu solicitud!<br />
⁂<br />
—Muy bien, par de humanos —el robot<br />
era demasiado orgulloso para aceptarlo<br />
pero aún le dolía el cuerpo—. Aterrizaremos<br />
en Az Narepse Aveun en un par<br />
de horas, la base de datos de la nave<br />
recomienda satisfacer todas sus necesidades<br />
biológicas antes de tocar suelo<br />
—J.U.A.N. Había entrenado y perfeccionado<br />
una antigua técnica que le permitía<br />
darle contenido sexual a la más<br />
inocente las frases.<br />
—Yo creo que Pohl se ha satisfecho<br />
más que suficiente el día de hoy —comentó<br />
Úrsula, mientras leía un catálogo<br />
de residencias en la tierra.<br />
—¿De qué estamos hablando? —Pohl<br />
entraba al nidito de amor y algo en su<br />
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