SELVA VIDA
10B4Nd
10B4Nd
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
135<br />
Alberto Chirif<br />
AUGEs Y CAIDAs DE LAS ORGANIZACIONES INDIGENAS<br />
Las primeras protestas de los pueblos indígenas amazónicos contra el poder invasor<br />
deben haberse expresado mediante la huida sigilosa de las reducciones en las<br />
que los misioneros comenzaron a concentrarlos a partir del siglo XVII. Determinante<br />
para esto debe haber sido el haberse dado cuenta que las apreciadas herramientas<br />
de hierro había que pagarlas con trabajo cada vez más exigente y exigido por los sacerdotes<br />
mediante métodos que, paulatinamente, se hacían más violentos cuando ellos<br />
expresaban su rechazo a cumplir las imposiciones. Las extrañas muertes producidas por<br />
enfermedades hasta entonces desconocidas que cobraban características de epidemias<br />
virulentas deben haber terminado de convencerlos sobre la necesidad de remontarse<br />
para escapar de los maleficios traídos por estos seres recién llegados, cubiertos por<br />
extraños ropajes y practicantes de peregrinas costumbres, como el celibato. “¡Qué gente<br />
más rara!”, deben haber pensado los indígenas. “Seguro por eso es que no pueden<br />
hacer chacras y nos obligan a nosotros y a nuestras esposas a cumplir con esa labor”.<br />
Los mismos curas, intrigados también con esas muertes masivas, buscaron explicaciones<br />
dentro de su propio repertorio mágico. El padre Figueroa, por ejemplo,<br />
señala que las causas de esas enfermedades son ocultas y “sólo el Señor las sabe.<br />
Solamente se puede conjeturar algunas, como son el que su Divina Magestad dispone<br />
en tal tiempo essas pestes y muertes en castigo de matanzas de hombres y otros<br />
pecados passados de la nación, entresacando algunos predestinados que se bautizan<br />
en el tiempo que corre el azote de la divina justicia”. Añade más adelante otra explicación<br />
aun más sorprendente, y es que se trataría de un castigo divino pero no a los<br />
indígenas, sino a los españoles “que quieren provecho de los indios, no llebándolos<br />
por lo que es justo, según leyes de Dios; ó les dan malos exemplos y vejaciones que<br />
les hacen, con los que escandalizan”. (Figueroa 1986: 252). Extraña lógica esta de un<br />
Dios que castiga a los españoles dando muerte a los indios.<br />
El jesuita austriaco Veigl añade también una explicación a esas muertes masivas<br />
que atribuye: al “violento susto que la aparición de personas jamás vistas, por lo demás<br />
pacíficas, causa a estos salvajes” […], a “la gran voracidad propia a los indios”<br />
[…], a “los efectos de los rayos solares”, al “cambio brusco y repetido entre el extremo<br />
calor y el frío del agua” (Veigl 2006: 105-106), a la insalubridad de las riberas, “a la<br />
calidad del agua que se bebe o más bien a las densas neblinas y la naturaleza del aire”<br />
(Ibid.: 113). Remata Veigl estas ideas señalando: “Hay algunos a quienes ha ocurrido<br />
sospechar que el declarado enemigo del alma [el diablo], con el consentimiento divino,<br />
sea el causante de esta calamidad” (Ibid.: 105).<br />
De todas maneras, el balance para los misioneros es positivo, como se deduce de<br />
la siguiente apreciación en la que el padre Figueroa (1986: 193) evalúa los estragos