1998 Bolonia - Conferencia Interprovincial de Dominicos de ...

examinado en el Consejo Generalicio la posibilidad de que cada socio regio-
nal sea delegado para visitar todas las entidades de su región, pero esto sería
muy difícil en otras zonas, como Latinoamérica o Europa noroeste, y sería
pedir demasiado a estos socios. Si nos atenemos a la obligación actual, la visi-
ta canónica sólo puede llevarse a cabo con la ayuda de otros hermanos.
8.3. El Consejo Generalicio y la Curia
Sin la colaboración de un Consejo Generalicio enérgico y activo el Maestro
de la Orden estaría paralizado. Estoy profundamente agradecido a la genero-
sidad de las Provincias que dieron miembros para el Consejo Generalicio y a
los hermanos con los que vivo y trabajo. Sin su amistad, consejos y arduo tra-
bajo me encontraría completamente perdido.
Durante los últimos años, el Consejo fue encontrando un buen método
para trabajar juntos, para ayudarse mutuamente. Hemos añadido una terce-
ra y breve Plenaria del Consejo General normalmente en febrero a las más
amplias de mayo y noviembre. Dos veces por año vamos fuera durante cuatro
días, para reflexionar juntos sobre lo que hemos visto y hecho. Cada semana
todos los miembros del Consejo que están en Roma se reúnen para rezar jun-
tos las Vísperas, reflexionar sobre el Evangelio y compartir una cena.
Las obligaciones de un miembro del Consejo Generalicio son mayores de
lo que yo habla pensado antes de llegar a Roma. Es, ante todo, miembro del
Consejo, por lo que debe tomar parte en todos los debates acerca de los retos
mayores que tiene que afrontar la Orden. Las exigencias de los miembros del
Consejo varían mucho, pues depende de su papel en la región de la que son
responsables. Tienen una correspondencia sin fin, las visitas a sus regiones,
la planificación, la participación y seguimiento de las visitas canónicas, la p1-o-
gramación de encuentros regionales, la participación en las Comisiones, el
trabajo con la Familia Dominicana, la contribución a la vida de la comunidad
de Santa Sabina, la hospitalidad para con los huéspedes, conducir a los her-
manos a y desde el aeropuerto, encuentros con las Congregaciones vaticanas
algunas veces, iy mantener al Maestro cuerdo! Vi el agotamiento de muchos
de los miembros del Consejo después de seis años de dedicado servicio. Y me
pregunto frecuentemente si reciben la ayuda que necesitan.
Subrayaría la importancia de que la Orden ofrezca hermanos de la más
alta calidad para miembros del Consejo. El mandato de un miembro del
Conse.jo Generalicio dura seis años. En el Capítulo General de México nom-
bré a los siguientes socios: para la vida apostólica, para los Estados Unidos
(a quien ya pregunté si querría continuar en su puesto hasta el final de mi
mandato), para Europa norte occidental y Canadá, para Europa central y del
este, para la Península Ibérica, para Asia. El socio para África fue nombrado