1998 Bolonia - Conferencia Interprovincial de Dominicos de ...
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) como dice Mons. Kenneth Cragg: ((Nuestro primer <strong>de</strong>ber cuando nos<br />
acercamos a otro pueblo, a otra cultura, a otra religión, es <strong>de</strong>scalzarnos. Pues<br />
el lugar al que nos acercamos es santo. De otro modo, corremos el riesgo <strong>de</strong><br />
arrastrar con nuestros pies los tesoros <strong>de</strong> otros hombres. De manera aún más<br />
prohnda, no po<strong>de</strong>mos olvidar que Dios está ahí, antes <strong>de</strong> que nosotros haya-<br />
mos llegado)). El Evangelio ya nos lo pedía: «Cuando entréis en una casa, <strong>de</strong>cid:<br />
Shalom)) (Lc 10,5);<br />
c) don<strong>de</strong> sea posible, <strong>de</strong>l diálogo pue<strong>de</strong> nacer una amistad o una simpatía<br />
hacia otra cultura (o hacia nuevas figuras <strong>de</strong> su propia cultura), y fundar aquél<br />
en el surco <strong>de</strong> la común humanidad;<br />
d) la reciprocidad no es una condición <strong>de</strong>l diálogo. Si no se produce en<br />
ambas direcciones, o se se rechaza, nada justifica que se abandone el seguir<br />
buscándolo. Si el otro se cierra, uno pue<strong>de</strong> mantenerse abierto y esforzarse<br />
por crear un nuevo contexto para la relación, un atmósfera más respirable.<br />
Salvo que el rechazo se exprese <strong>de</strong> manera clara. «En tal caso, la paz volverá<br />
a vosotros ... »(Lc 10,6);<br />
e) es esencial estar preparados a <strong>de</strong>jarse transformar por el otro, ((altera-<br />
dos)), esto es: hecho otro. Las brechas que abrimos en las murallas van en las<br />
dos direcciones y hemos <strong>de</strong> estar dispuestos a recibir lo que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la otra,<br />
pasará hacia nosotros. Se trata <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> casa, <strong>de</strong> ir a otra parte, y <strong>de</strong> volver<br />
a sí mismos trasformados;<br />
f) ahí resi<strong>de</strong>, tal vez, la paradoja final <strong>de</strong> la actitud <strong>de</strong>l predicador <strong>de</strong> hoy:<br />
estar plenamente abierto y, a la vez, empeñarse en testificar lo que tenemos<br />
<strong>de</strong> verdad; ponerse sin reservas a la escucha <strong>de</strong>l otro, mostrándole al mismo<br />
tiempo que tenemos algo que <strong>de</strong>cirle. Creer que no se tiene la última palabra<br />
sobre Dios, pero sin per<strong>de</strong>r su propia fe y sin per<strong>de</strong>rse ...<br />
Así el diálogo podrá convertirse en una forma <strong>de</strong> la predicación <strong>de</strong> este<br />
tiempo.<br />
3.3. Los riesgos <strong>de</strong>l diálogo<br />
3.3.1. El riesgo, un valor donzi>iica77o<br />
Introducirse en la actitud así evocada lleva a correr riesgos: ya santo<br />
Domingo corrió los suyos. Y aquí hay, sin ninguna clase <strong>de</strong> monopolio, un<br />
valor dominicano fuerte. Riesgo <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> los espacios conocidos y cerrados;<br />
riesgo <strong>de</strong> escuchar al otro y entrar en aventuras que no se sabe a dón<strong>de</strong> con-<br />
ducen. Algunos <strong>de</strong> nuestros hermanos y hermanas arriesgan hoy incluso su<br />
vida. Resisten en la región <strong>de</strong> los Gran<strong>de</strong>s Lagos, en Chiapas, en el centro <strong>de</strong><br />
Brasil y en otras tierras <strong>de</strong> violencia. Algunos se arriesgan en lugares <strong>de</strong> mise-<br />
rias insoportables. Tales lugares no faltan, y esto se les podría recordar a quie-<br />
nes no encuentran un camino en la Or<strong>de</strong>n. «Si alguno se aburre, Pakistán es<br />
un buen sitio para curarse)), dice fr. Crys McVey.