1998 Bolonia - Conferencia Interprovincial de Dominicos de ...
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común <strong>de</strong> una pertenencia religiosa. Yo puedo recibir <strong>de</strong> cualquiera una parte<br />
<strong>de</strong> verdad sobre lo que es el hombre. Charles Péguy hablaba <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> sus<br />
amigos como «un ateo que <strong>de</strong>stila la Palabra <strong>de</strong> Dios».<br />
Este encuentro <strong>de</strong> otros mundos pue<strong>de</strong> hacerse fuera <strong>de</strong> su tierra, o entre<br />
los extranjeros que habitan nuestro propio país, o en las formas <strong>de</strong> cultura que<br />
emergen en el mismo seno <strong>de</strong> la nuestra (Internet, culturas juveniles, actores<br />
<strong>de</strong> la economía, investigadores, trabajadores sociales, artistas...).<br />
4.2.2. Fracturas y reconciliación<br />
Hay que volver aquí a las ((líneas <strong>de</strong> fractura)). En semejantes lugares (geográficos,<br />
sociales, culturales, religiosos...), la comunión entre los hombres se<br />
ha <strong>de</strong>shecho. ¿No tenemos la tarea <strong>de</strong> llevar la reconciliación en Cristo allí<br />
don<strong>de</strong> el mundo está roto? La «palabra <strong>de</strong> reconciliación» es una <strong>de</strong> las dimensiones<br />
fuertes <strong>de</strong> nuestra predicación. Y, cuando la palabra ya no es posible,<br />
mantenerse allí pue<strong>de</strong> ser por sí mismo un mensaje. Muchos testimonios muestran<br />
la importancia <strong>de</strong> estar simplemente allí.<br />
Se pue<strong>de</strong> evocar aquí a fr. Pien-e Claverie, a propósito <strong>de</strong> Argel. Cinco semanas<br />
antes <strong>de</strong> su muerte, predicaba en Prouilhe:<br />
((Estanzos allí conio a la cabecera <strong>de</strong> un aniigo, <strong>de</strong> un hemzano enfermo, en<br />
silencio, apretrínclole la nzano, I?t~nie<strong>de</strong>ci¿ndole la ft-ente. Por causa <strong>de</strong> Jesús pues<br />
es 61 qtiie~i stlfre allí, en esa violencia c!ue no perdona a nadie, crucifi'cado <strong>de</strong><br />
nuevo en la carne <strong>de</strong> nziles <strong>de</strong> inocentes. Conio su nzadre María y san Juan, estanios<br />
allí, al pie <strong>de</strong> la cnlz eti la que nztiere Jeszís, abandonado <strong>de</strong> los suyos y nzal<strong>de</strong>cido<br />
por la plebe.iNo es acaso ese~icial para el cristiano estar presente en los<br />
lugares <strong>de</strong> dolor; eii los lugares <strong>de</strong> <strong>de</strong>relicción, <strong>de</strong> abandoizo? ¿Qué sería <strong>de</strong> la<br />
Igksia <strong>de</strong> Jesucristo, <strong>de</strong> la Iglesia cuerpo <strong>de</strong> Cristo, si no estuiliera en prinzer lugar<br />
allí? Yo cwo que la Iglesia se nzuere por izo estar bastante cercana <strong>de</strong> su Seiior-)).<br />
4.3. Una libertad sorpren<strong>de</strong>nte<br />
Los <strong>de</strong>safíos que se nos lanza son nuevos, pero po<strong>de</strong>mos hacerles frente<br />
con los viejos recursos <strong>de</strong> la 01-<strong>de</strong>n. .¿Cómo sacar <strong>de</strong> ellos la fuerza <strong>de</strong> ser libres<br />
para nuestra misión? Tenemos los medios. Pecaraíamos contra el Espíritu, si<br />
no les hiciéramos frente.<br />
4.3.1. Liberta<strong>de</strong>s para la nzisión<br />
Estamos consagrados a la misión <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n. Ese es el sentido <strong>de</strong>l voto<br />
<strong>de</strong> obediencia hecho al Maestro <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n. Nos ocurre que lo olvidamos.<br />
¿No convendría recordárnoslo con más frecuencia a nosotros mismos y a nues-<br />
tros hermanos?