crescencio palomo iglesias, op vida y obra de la m. trinidad del ...
crescencio palomo iglesias, op vida y obra de la m. trinidad del ...
crescencio palomo iglesias, op vida y obra de la m. trinidad del ...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
entendíamos <strong>de</strong> nada, especialmente yo, más torpe y atrasada que mi hermana, a pesar <strong>de</strong><br />
ser mayor, me iba tras <strong>de</strong> <strong>la</strong>s mariposas y flores, mientras que Pepita quedaba hab<strong>la</strong>ndo con<br />
mi madre. [...]<br />
»Una vez, siguiendo a unas hormigas que llevaban granos <strong>de</strong> trigo a ver dón<strong>de</strong> se metían<br />
y qué hacían, me perdieron <strong>de</strong> vista porque <strong>la</strong>s hormigas bajaban <strong>de</strong>l camino a un tajo, que<br />
le l<strong>la</strong>maban “<strong>de</strong> <strong>la</strong>s Palomas”, me dio miedo bajar, pero quedé meditando cómo aquellos<br />
animalitos tan pequeños tiraban <strong>de</strong>l grano mucho mayor que el<strong>la</strong>s y notaba que algunas<br />
iban más ligeras con <strong>la</strong> carga que otras sin el<strong>la</strong>. Venía muy contenta a referirle a mi madre<br />
aquellos pequeñitos animalitos lo llena que tenían su casita.<br />
»Entonces me dijo: Apren<strong>de</strong>, y no seas tan revoltosa, cómo esos animalitos te enseñan a<br />
ser aplicada.<br />
»Y le dije: ¿Qué hago yo madrecita mía?<br />
»Me parecía confuso aquello y entonces me dijo: Tú, piensa que eres una pequeña<br />
hormiga y que pronto irás a recibir al Niño Jesús convertido en grano <strong>de</strong> trigo hecho pan,<br />
¿qué harías tú si supieses que aquel granito <strong>de</strong> trigo iba a convertirse en un Niño y ese Niño<br />
era Dios?<br />
»Le contesté prontamente: ¡Comérmelo!<br />
»Bueno, hija mía, sé muy buena y piensa mucho que has <strong>de</strong> ir al altar santo a recibir al<br />
Señor y como esa hormiguil<strong>la</strong> llévalo contigo siempre, guárdalo en <strong>la</strong> cuevecita <strong>de</strong> tu<br />
corazón para que nadie te lo quite, y cuando tú seas muy obediente y buena, ese Jesús, que<br />
todos recibimos, nos comunica <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> hacernos como los ángeles.<br />
»Y como yo estaba tan atrasada y tonta, le <strong>de</strong>cía a mi madre: Entonces, ¿cuando yo<br />
reciba al Niño Jesús, me volveré ángel y vo<strong>la</strong>ré al cielo?<br />
»Mi madre viéndome tan tonta, me <strong>de</strong>jaba por imposible.» 32<br />
El día <strong>de</strong> <strong>la</strong> Comunión fue para Merce<strong>de</strong>s un día gran<strong>de</strong>, intensamente vivido con <strong>la</strong><br />
inocencia e ingenuidad <strong>de</strong> niña. Piensa en los regalos, se siente el centro <strong>de</strong> todos, se<br />
enfada cuando algo no va a su aire, se cree lo que le dicen. Fue un día <strong>de</strong> impacto que<br />
guardó en su memoria y que por obediencia redactó muchos años <strong>de</strong>spués sin que por el<br />
transcurso <strong>de</strong>l tiempo transcurrido perdiese <strong>la</strong> ingenuidad <strong>de</strong>l momento.<br />
«Aquel día feliz –dice–me hicieron muy buen regalo, y <strong>la</strong> Vida <strong>de</strong> <strong>la</strong> Santísima Virgen,<br />
mi primo; <strong>la</strong> <strong>de</strong> Santa Teresa don Ramón, y el señor Rivas, <strong>la</strong> <strong>de</strong> San Estanis<strong>la</strong>o <strong>de</strong> Kotska<br />
con unas estampas comulgando <strong>de</strong> mano <strong>de</strong> los ángeles, que me dio tan gran <strong>de</strong>voción. Y<br />
<strong>la</strong> abuelita hizo gran fiesta, que a mí se me amargó cuando los tres se empeñaron les besara<br />
<strong>la</strong> mano, y como no tenían sotana aunque estaban ya or<strong>de</strong>nados 33 , no podía vencer <strong>la</strong><br />
resistencia que sentía porque con frecuencia jugamos todos, y mi abue<strong>la</strong> me hizo les besara<br />
los pies.<br />
»Que don Ramón disipó mis lágrimas, l<strong>la</strong>mándome <strong>la</strong> atención, diciéndome: “¡Ay<br />
Merceditas, que se va el Niño Jesús! Míralo que disgustado está porque no le haces caso”.<br />
Lo creí que lo veían y salí corriendo a <strong>la</strong> escalera a ver si se iba o dón<strong>de</strong>. Entonces les hizo<br />
gracia mi inocencia, y yo les preguntaba cómo le vieron, qué traje traía, cómo estaba <strong>de</strong><br />
alto, cómo tenía el pelito, <strong>de</strong> qué color los ojos, y cada uno me lo pintaba tan al vivo que<br />
me encendieron en amor <strong>de</strong>l Niño, con un ansia <strong>de</strong> verle que mi madre no me podía hacer<br />
dormir hasta que me prometía l<strong>la</strong>marme si lo veía venir, y mi madre tan contenta y lo<br />
mismo mi abue<strong>la</strong> que con el divino Niño Jesús, consiguieron dominar mis caprichos, pues<br />
tenía mucho genio.» 34<br />
32 Cuad. 15, Escr. 6, p. 12-13.<br />
33 Los tres eran seminaristas y habían recibido <strong>la</strong>s ór<strong>de</strong>nes menores que se conferían normalmente algunos años antes<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> or<strong>de</strong>nación sacerdotal.<br />
34 Cuad. 15, Escr. 6, pp. 13-14