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crescencio palomo iglesias, op vida y obra de la m. trinidad del ...

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<strong>de</strong>dicó <strong>de</strong> lleno a <strong>la</strong> oración y a servir a <strong>la</strong> comunidad, pensando era lo único que en esos<br />

momentos Dios le pedía, y así se sentía feliz.<br />

El servir a <strong>la</strong> comunidad y a cada uno <strong>de</strong> sus miembros fue una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s virtu<strong>de</strong>s que más<br />

practicó <strong>la</strong> madre Trinidad, y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> este servicio nunca rehusaba los mayores y mas<br />

humil<strong>de</strong>s trabajos. Y así, teniendo el convento necesidad <strong>de</strong> limpiar un gran estanque, se<br />

puso el<strong>la</strong> a hacerlo. Era el 31 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1915 y el mucho calor <strong>de</strong>l día, junto con el gran<br />

esfuerzo realizado, le hizo sudar mucho. A esto se unió el que, sin darle tiempo a asearse y<br />

mudarse <strong>de</strong> r<strong>op</strong>a, llegó su hermano con unas cargas <strong>de</strong> aceite para el suministro <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

comunidad y salió a aten<strong>de</strong>rlo y <strong>de</strong>jar el aceite en su sitio. En consecuencia, cogió un fuerte<br />

resfriado que rápidamente pasó a pulmonía tan aguda que los médicos pronosticaron una<br />

muerte próxima, por lo que le dieron <strong>la</strong> extrema unción. Pero el Señor no <strong>la</strong> l<strong>la</strong>maba<br />

todavía, era un aviso para que no ol<strong>vida</strong>se lo que tenía encomendado. Así lo vio y lo dice <strong>la</strong><br />

madre Trinidad:<br />

«Aquel primer día <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong>l año 1915, cuando por varios médicos me daban por<br />

<strong>de</strong>sahuciada y me preparaban a morir, <strong>la</strong> extrema unción santa, inundada mi alma <strong>de</strong><br />

consuelos divinos, bañada con <strong>la</strong> sangre <strong>de</strong> Jesús al sentir el santo óleo en mis <strong>la</strong>bios y en<br />

mis ojos, pregunté al sacerdote que me administraba los Sacramentos (que me parecía el<br />

mismo Jesús Maestro divino <strong>de</strong> mi alma): ¿Tiene el Señor algo conmigo que me <strong>de</strong>tiene?<br />

“Pregúntelo a él”, me contestó el padre. Un momento <strong>de</strong> dolor inundó mi alma al<br />

pensamiento <strong>de</strong> no haber hecho toda <strong>la</strong> penitencia que mis pecados necesitaban expiar. Oh<br />

Jesús dulcísimo, vuestra misericordia y los dolores <strong>de</strong> vuestra divina Madre al pie <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Cruz sean en este momento mi salvación. En aquel momento, el temor <strong>de</strong> no haber<br />

correspondido a lo que sentía me pedía el Señor <strong>de</strong> acercarle almas consagradas a <strong>la</strong><br />

adoración <strong>de</strong>l Santísimo Sacramento, almas víctimas que reparasen los pecados <strong>de</strong> los<br />

hombres, etc.<br />

»Entonces me ofrecí como él sabe y le dije: “¡Señor mío y Dios mío, si me das <strong>vida</strong>, yo<br />

cumpliré tus encargos y trabajaré por seguiros como los pre<strong>la</strong>dos me lo indiquen, sin ser yo<br />

<strong>la</strong> que escoja el lugar, ni or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas. ¡Fíat! Cumpliré vuestra voluntad santísima<br />

hasta que me digas: ¡Basta!”» 118<br />

Este fue otro <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s mensajes o inspiraciones que <strong>la</strong> madre Trinidad recibió <strong>de</strong>l<br />

Señor y tuvo muy presente en toda su <strong>vida</strong>, como aña<strong>de</strong> seguidamente: «Y hasta hoy voy<br />

como los ciegos, cogida a <strong>la</strong> mano <strong>de</strong> mis pre<strong>la</strong>dos, voy por don<strong>de</strong> Dios nuestro Señor me<br />

va seña<strong>la</strong>ndo el camino. Pasé el mar <strong>de</strong> persecuciones en España durante los veinte años<br />

que salí <strong>de</strong> mí misma y me entregué a él para siempre.» 119<br />

Después <strong>de</strong> <strong>la</strong> enfermedad quedó tan débil que los médicos juzgaron y dieron informe<br />

<strong>de</strong> que <strong>la</strong> madre Trinidad, dado su estado físico, no <strong>de</strong>bía continuar como aba<strong>de</strong>sa. De <strong>la</strong><br />

misma <strong>op</strong>inión era su confesor, que por estas razones le había mandado presentar <strong>la</strong><br />

renuncia, como <strong>de</strong> hecho lo hizo cuando le faltaba algo menos <strong>de</strong> un año para cumplir el<br />

mandato y el señor Arzobispo se <strong>la</strong> concedió.<br />

Las nuevas aba<strong>de</strong>sas en el convento <strong>de</strong> San Antón<br />

Las monjas <strong>de</strong> San Antón se reunieron para elegir aba<strong>de</strong>sa el 9 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1915.<br />

Fue electa <strong>la</strong> madre María Josefa <strong>de</strong> San Luis Ruiz Fuentes, que era <strong>la</strong> que más se <strong>op</strong>onía a<br />

118 Cuad. 14, Escr. 5, pp. 119-120. Cf. Cuad. 1, Escr. 1, p. 78; Cuad. 24, Escr. 6, p. 160.<br />

119 Cuad. 14, Escr. 5, p. 120.

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