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crescencio palomo iglesias, op vida y obra de la m. trinidad del ...

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Jesús y amarle <strong>de</strong> corazón. Cuánto bien le hicieron, según reconoce <strong>la</strong> madre Trinidad,<br />

aquel<strong>la</strong>s buenas monjas <strong>de</strong> Santa Inés.<br />

Allí, en Santa Inés, Merce<strong>de</strong>s empezó a confiar su alma a su primer director espiritual, a<br />

don Maximino Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l Rincón, canónigo lectoral <strong>de</strong> <strong>la</strong> Catedral <strong>de</strong> Granada<br />

entonces, y <strong>de</strong>spués obispo <strong>de</strong> Teruel y <strong>de</strong> Guadix. Este buen sacerdote, dirigió los<br />

primeros ejercicios espirituales que hizo Merce<strong>de</strong>s, e influyó fuertemente en <strong>la</strong> dirección<br />

espiritual <strong>de</strong> su alma. Años <strong>de</strong>spués, dice <strong>la</strong> M. Trinidad refiriéndose a este sacerdote:<br />

«Grabó en mi alma <strong>la</strong> meditación <strong>de</strong> <strong>la</strong> Pasión <strong>de</strong>l Señor con tal fuerza y sua<strong>vida</strong>d que <strong>de</strong><br />

el<strong>la</strong> recibí <strong>la</strong> vocación religiosa.» 65 Fue este un comienzo que nunca abandonaría en su<br />

<strong>vida</strong>. Buscaba directores sabios y santos a quienes confiaba su alma, si bien su instinto <strong>la</strong><br />

llevaba hacia los más ejemp<strong>la</strong>res y santos, por experimentar que con estos su espíritu<br />

quedaba más reconfortado.<br />

Por fin llegó para Merce<strong>de</strong>s el día tan temido. Su padre se casó con Victoria el 15 <strong>de</strong><br />

junio <strong>de</strong> 1890. La noticia se <strong>la</strong> dieron sus hermanos mayores, Manuel y Carlos, quienes<br />

fueron enfurecidos a <strong>de</strong>cir a sus hermanas: «Papá acaba <strong>de</strong> casarse con Victoria y nosotros<br />

nos vamos, no queremos ver otra madre en el puesto <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> que tenemos en el<br />

cielo...» 66<br />

Ambas hermanas fueron llorando a <strong>de</strong>sahogarse ante <strong>la</strong> imagen <strong>de</strong> Virgen <strong>de</strong> Belén y allí<br />

se <strong>la</strong>mentaban y <strong>la</strong> pequeña conso<strong>la</strong>ba a mayor: «No llores, Merce<strong>de</strong>s, ya tiene papá quien<br />

lo cui<strong>de</strong>.» Pero Merce<strong>de</strong>s seguía en su aflicción y no acertaba a apartarse <strong>de</strong> allí, y cuando<br />

se vio so<strong>la</strong>, se abrazó a <strong>la</strong> imagen <strong>de</strong> <strong>la</strong> Virgen le dijo: «Madre mía, yo quisiera un hombre<br />

cariñoso y fiel que no se olvi<strong>de</strong> <strong>de</strong> mí, y que si papá ha hecho esto con mamá, poner otra<br />

mujer a sus hijos por madre, yo no quiero más que a ti, madre mía.» En esos momentos<br />

sintió que <strong>la</strong> Virgen <strong>la</strong> aliviaba a <strong>la</strong> vez que le daba su Hijo y le <strong>de</strong>cía: «Este será tu Esposo<br />

a quien te entregarás con todo el amor <strong>de</strong> tu corazón, y él te dará esa fecundidad espiritual<br />

que <strong>de</strong> tus sacrificios y dolores espera Jesús para su gloria muchas almas que le sigan y<br />

amen.» 67<br />

Fue este un momento crucial en <strong>la</strong> <strong>vida</strong> <strong>de</strong> Merce<strong>de</strong>s. La <strong>de</strong>silusión por <strong>la</strong> boda <strong>de</strong> su<br />

padre reavivó ese amor que venía sintiendo por el Niño Jesús y nació el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> ser solo<br />

suya. Cristo sin duda <strong>la</strong> l<strong>la</strong>maba y el<strong>la</strong> respondía. La vocación al estado religioso empezaba<br />

a ser ya una realidad. Será dos meses <strong>de</strong>spués, concretamente el 12 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1890,<br />

cuando Merce<strong>de</strong>s siente fuertemente <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mada <strong>de</strong> Jesús y se ofrece con voto <strong>de</strong> castidad a<br />

él para siempre. Contaba entonces once años y medio. Dejamos que el<strong>la</strong> hable <strong>de</strong> ese<br />

momento <strong>de</strong> su entrega:<br />

«Me aficioné tanto a Jesús que nadie me sujetaba en estar pegada en <strong>la</strong> reja junto al<br />

sagrario, don<strong>de</strong> me <strong>de</strong>cía [sor María Rosa Robles] que l<strong>la</strong>mándole mucho él vendría a jugar<br />

conmigo, y cómo <strong>la</strong> constancia <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong>s visitas <strong>la</strong>rgas y continuas al sagrario me<br />

alcanzaron su amor misericordiosísimo, que comulgaba jueves y domingos y sentía <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> mi alma a Jesús conmigo, hasta que al año y ocho meses, el 12 <strong>de</strong> agosto, que con gran<br />

entusiasmo celebraban <strong>la</strong> fiesta <strong>de</strong> <strong>la</strong> madre santa C<strong>la</strong>ra, tocaban piano y bai<strong>la</strong>ban todas <strong>la</strong>s<br />

niñas en el patio jardín <strong>de</strong>l convento <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l refresco y cena, yo sentí en medio <strong>de</strong><br />

aquel<strong>la</strong> fiesta que una fuerza interior me l<strong>la</strong>maba al coro, iba a jugar con el Niño Jesús, con<br />

quien compartía mis recreos... Allá fui... y al llegar al antecoro, un cuadro <strong>de</strong>l Sagrado<br />

Corazón que [allí] había, me pareció verlo iluminado y el Corazón entre l<strong>la</strong>mas como una<br />

hoguera y sentía una abstracción tan fuerte que subiéndome sobre una sil<strong>la</strong> o no sé cómo<br />

conseguí poner mis <strong>la</strong>bios en aquel Corazón todo inf<strong>la</strong>mado. Quedé embriagada en aquel<br />

65 Cuad. 3, Escr. 2, p.53.<br />

66 Cuad. 38.<br />

67 Cuad. 38.

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