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crescencio palomo iglesias, op vida y obra de la m. trinidad del ...

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Así empezó a cumplirse lo que el padre Ambrosio le vaticinó al finalizar los tres días <strong>de</strong><br />

retiro: «Hijita mía, en el memento <strong>de</strong> <strong>la</strong> santa Misa pedía por ti al Señor me diese a conocer<br />

su adorable voluntad, he sentido mucho consuelo porque el Señor te quiere capuchina <strong>de</strong><br />

verdad y que hagas verda<strong>de</strong>ras capuchinas para su gloria. ¡Quietecita hija mía! Aunque te<br />

hagan chispas déjate estar, aquí te quiere el Señor capuchina.» 105<br />

Noviciado<br />

A <strong>la</strong> toma <strong>de</strong> hábito Merce<strong>de</strong>s, ya con el nombre <strong>de</strong> sor Trinidad <strong>de</strong>l Purísimo Corazón<br />

<strong>de</strong> María, inició el año canónico <strong>de</strong>l noviciado. Su alma estaba gozosa y tranqui<strong>la</strong> al haber<br />

conseguido entrar en <strong>la</strong> primera etapa <strong>de</strong> su <strong>vida</strong> religiosa. Tenía el hábito que durante tres<br />

años y cuatro meses estuvo esperando con suma inquietud. Empezaba a sentirse ya<br />

verda<strong>de</strong>ra esposa <strong>de</strong> Cristo, aunque sabía que todavía le quedaba un año <strong>de</strong> prueba para<br />

alcanzar <strong>la</strong> profesión que <strong>la</strong> consagraría total y para siempre a su amado Esposo. A <strong>la</strong>s<br />

pruebas que pudieran esperarle durante el año <strong>de</strong> noviciado no temía, estaba ya muy<br />

probada durante el <strong>la</strong>rgo postu<strong>la</strong>ntado y caminaba segura <strong>de</strong> que con <strong>la</strong> ayuda <strong>de</strong> Jesús<br />

sacramentado y <strong>de</strong> <strong>la</strong> Santísima Virgen, podría llevar los trabajos y observancias<br />

conventuales.<br />

Durante este año <strong>de</strong> noviciado, sor Trinidad se entregó <strong>de</strong> lleno a una oración intensa e<br />

ininterrumpida, que nacía en <strong>la</strong> intimidad con Jesús sacramentado, en aquel<strong>la</strong> tribuna <strong>de</strong> los<br />

muebles viejos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> veía el sagrario, pues como novicia solo podía entrar en el<br />

coro durante los actos comunitarios; y <strong>de</strong>spués continuaba esta oración en el servicio a <strong>la</strong><br />

comunidad. Fue en <strong>de</strong>finitiva este tiempo una continuación <strong>de</strong> su postu<strong>la</strong>ntado, pero con<br />

mayor sosiego, pues veía con más c<strong>la</strong>ridad lo que Dios le pedía y así se entregaba y se<br />

ponía en sus manos con entera seguridad <strong>de</strong> cumplir <strong>la</strong> voluntad divina.<br />

En esa oración, en <strong>la</strong> que se abstraía <strong>de</strong> todo lo terreno para encontrarse toda y so<strong>la</strong> con<br />

Jesús sacramentado, su Amado, pasaba todo el tiempo <strong>de</strong>l día y <strong>de</strong> <strong>la</strong> noche que podía. Era<br />

su adoración en <strong>la</strong> que pedía por los <strong>de</strong>más, se sentía y se ofrecía como víctima por los que<br />

ofendían a Jesús y hacía sus pr<strong>op</strong>ósitos <strong>de</strong> llevarle almas para que le adorasen. Nacía así en<br />

esos coloquios, ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el noviciado, lo que más tar<strong>de</strong> sería su <strong>vida</strong> y su <strong>obra</strong>.<br />

Tan feliz se encontraba en el noviciado que recordándolo en uno <strong>de</strong> los aniversarios<br />

escribe: «Festi<strong>vida</strong>d <strong>de</strong> <strong>la</strong> Presentación <strong>de</strong> Nuestra Señora María Santísima y XXXIX<br />

aniversario que tomé el santo hábito <strong>de</strong> Capuchina <strong>de</strong> Jesús María <strong>de</strong> Granada, <strong>la</strong> primera<br />

vez que solemnemente subí al altar a consagrarme a Dios, pues en este acto me dio el<br />

Señor unas luces extraordinarias... y me favoreció con una cantidad <strong>de</strong> amor tan fuerte...<br />

que todo el año <strong>de</strong> noviciado estuve como fuera <strong>de</strong> mí... no sé cómo me admitieron a <strong>la</strong><br />

profesión, pues creo vivía más en Dios que en <strong>la</strong> tierra... y mi santa maestra suplía mi<br />

inutilidad con mucha caridad.» 106<br />

Esta fuerte oración <strong>la</strong> llevaba a <strong>la</strong>s ocupaciones conventuales con <strong>la</strong> mayor naturalidad y<br />

sencillez. Veía en los trabajos <strong>la</strong> voluntad divina que le pedía, le animaba y le ayudaba a<br />

realizarlos, y por eso, como un acto <strong>de</strong> amor continuado <strong>de</strong> aquel <strong>de</strong> su adoración, se<br />

entregaba a servir a <strong>la</strong> comunidad en <strong>la</strong> que veía a Dios y en el<strong>la</strong> le amaba.<br />

A sus ocupaciones <strong>de</strong> barrer, fregar, <strong>la</strong>var <strong>la</strong> r<strong>op</strong>a, que <strong>la</strong> traía muy ocupada por ser <strong>la</strong><br />

única joven <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunidad, se añadía <strong>la</strong> ayuda a otros servicios, cuyas encargadas <strong>la</strong><br />

requerían. De estas ayudas sacaba especial satisfacción cuando <strong>la</strong> mandaban a ayudar en <strong>la</strong><br />

105 Cuad. 4, Escr. 2, p. 86-87.<br />

106 Cuad. 6, Escr. 3, p. 109.

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