crescencio palomo iglesias, op vida y obra de la m. trinidad del ...
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ecibir el Santísimo Sacramento en el Viático y Extremaunción el día antes <strong>de</strong> su muerte,<br />
<strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> un público numerosísimo que asistió, presenciaron que hincándose <strong>de</strong> rodil<strong>la</strong>s<br />
sobre <strong>la</strong> cama con <strong>la</strong>s manos juntas quedó extasiada, y todos creían había muerto cuando<br />
entonó el tedéum que el Párroco y su sobrino más querido, padre Hitos, alternó con el<strong>la</strong><br />
hasta terminarlo. Como fue <strong>de</strong>votísima <strong>de</strong> <strong>la</strong> Santísima Trinidad y <strong>de</strong> <strong>la</strong> Sagrada Familia<br />
los invocaba con tanto amor y les encomendaba sus hijos pidiéndole al Señor se salvaran<br />
todos.» 40<br />
Como doña Filomena era consciente <strong>de</strong> que su hora había llegado, no quiso marcharse<br />
sin <strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> los suyos y en especial <strong>de</strong> sus hijas. La tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l día que recibió los<br />
últimos sacramentos y víspera <strong>de</strong> <strong>la</strong> muertes, reunió a sus hijos en torno a su lecho <strong>de</strong><br />
muerte para <strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> ellos, y mirando a un cuadro <strong>de</strong> <strong>la</strong> Virgen <strong>de</strong> los Dolores que<br />
tenía en su dormitorio junto a <strong>la</strong> cama exc<strong>la</strong>mó: «¡Madre mía, como tú, muero con siete<br />
espadas <strong>de</strong> dolor <strong>de</strong>jando estos siete hijos pequeñitos, os los ofrezco, madre mía, cuidad<br />
vos <strong>de</strong> ellos, especialmente sed vos <strong>la</strong> madre <strong>de</strong> mis dos niñas, que no se manchen sus<br />
almas con el pecado, a vos <strong>la</strong>s confío.» 41 Después dirigiéndose a los cuatro mayores, ya que<br />
los tres menores no estaban en edad <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r, les dio los últimos consejos <strong>de</strong> madre<br />
y les recomendó viviesen en el temor <strong>de</strong> Dios y recurriesen siempre a <strong>la</strong> Virgen a implorar<br />
ayuda; a <strong>la</strong>s dos niñas, señalándoles el cuadro <strong>de</strong> <strong>la</strong> Virgen les dijo: «No os <strong>de</strong>jo huérfanas,<br />
ahí tenéis <strong>la</strong> que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hoy cuidará <strong>de</strong> vosotras y será vuestra madre.» 42 ; a Merce<strong>de</strong>s, como<br />
<strong>la</strong> mayor <strong>de</strong> <strong>la</strong>s niñas, aunque solo contaba con nueve años, le dijo: «tú, hija mía, al <strong>la</strong>do <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong> abuelita siempre, sé siempre muy buena y cuida <strong>de</strong> tus hermanos pequeños para que papá<br />
no os ponga madrastra.» 43 No faltaron, como es natural en aquel momento, unos ruegos a <strong>la</strong><br />
abue<strong>la</strong>, tan unida siempre a el<strong>la</strong> y que tanta ayuda le había dado en <strong>la</strong> crianza y educación<br />
<strong>de</strong> sus hijos, a el<strong>la</strong> le ruega le cui<strong>de</strong> sus siete hijos y, en especial, que «cui<strong>de</strong> mucho a mi<br />
Merce<strong>de</strong>s, madre mía, y edúque<strong>la</strong> usted misma, me da miedo <strong>de</strong> los colegios, que pierdan<br />
<strong>la</strong> inocencia con otras niñas sin temor <strong>de</strong> Dios.» 44<br />
La muerte ejemp<strong>la</strong>r <strong>de</strong> doña Filomena fue sonada en el pueblo, «el señor Párroco les<br />
<strong>de</strong>cía a todos: es una santa <strong>la</strong> que se nos va al cielo. Y <strong>la</strong>s gentes le pasaban rosarios por su<br />
cadáver, diciendo todos: ¡ha muerto <strong>la</strong> santa!» 45 Merce<strong>de</strong>s recordará siempre a su madre<br />
como una santa que <strong>la</strong> educó para Dios y se sentirá responsable <strong>de</strong> esa educación y <strong>de</strong><br />
seguir sus consejos. Des<strong>de</strong> entonces a <strong>la</strong> Virgen <strong>la</strong> tuvo por única madre y siempre se sintió<br />
protegida <strong>de</strong> su maternidad.<br />
El cuadro emocional <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> doña Filomena lo vino a completar el abuelo, don<br />
José Hitos, quien <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l entierro viendo a sus nietos sumidos en el dolor natural por <strong>la</strong><br />
pérdida <strong>de</strong> <strong>la</strong> madre, los llevó «al pie <strong>de</strong> <strong>la</strong> Sagrada Familia, que tenía en <strong>la</strong> casa una<br />
capillita, y nos dijo –escribe <strong>la</strong> madre Trinidad– a mi hermana menor y a mí: “¡Des<strong>de</strong> hoy,<br />
ahí tenéis a vuestra Madre, que el<strong>la</strong> os salve siempre!”» Y seguidamente aña<strong>de</strong>: «El<strong>la</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
entonces cuidó <strong>de</strong> nosotras como Madre divina.» 46<br />
40 Cuad. 38.<br />
41 Cuad. 3, Escr. 2, p.66.<br />
42 Cuad. 15, Escr. 6, p. 16. La M. Trinidad ya casi al final <strong>de</strong> su carrera en <strong>la</strong> tierra, el 20 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1947, recuerda<br />
esta escena y dirigiéndose a <strong>la</strong> Virgen escribe: «¡Oh mi Madre María Santísima <strong>de</strong> los Dolores, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> cruz vuestro<br />
divino Hijo os eligió por Madre nuestra, ofreciéndonos vuestras hijas fi<strong>de</strong>lísimas mi amado apóstol san Juan! A los 9<br />
años, al morir mi madre, nos l<strong>la</strong>mó para darnos sus últimos [consejos] y fijado sus ojos agonizantes en ti, Madre <strong>de</strong> dolor,<br />
ofreció a vuestros dolores sus siete hijos que <strong>de</strong>jaba pequeños, que enterneció a todos cuando nos dijo: “Des<strong>de</strong> hoy no<br />
tendréis ya más madre que esa”. “Esa es hija, mía, vuestra Madre rezarle siempre y recurrir a el<strong>la</strong> en vuestra orfandad<br />
que el<strong>la</strong> os salve a todos”» (Cuad. 35).<br />
43 Cuad. 25, Escr. 6, p. 201.<br />
44 Cuad. 12, Escr. 5, p. 88.<br />
45 Cuad. 38.<br />
46 Cuad. 25, Escr. 6, p. 200.