crescencio palomo iglesias, op vida y obra de la m. trinidad del ...
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fuego tan ardiente que me consagré a él para siempre, haciéndole voto <strong>de</strong> castidad. Yo sentí<br />
que me prometía ser mi Esposo para siempre y que él me pedía fi<strong>de</strong>lidad y <strong>de</strong>spués me<br />
daría su gloria, si aquí aceptaba su cruz y sus c<strong>la</strong>vos, y sentí <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces que venía a mi<br />
corazón con todos los instrumentos <strong>de</strong> su pasión y me con<strong>vida</strong>ba a subir con él al<br />
Calvario.» 68<br />
Siguiendo esta trayectoria <strong>de</strong> ser solo para Jesús y con <strong>la</strong> ayuda <strong>de</strong> <strong>la</strong>s monjas y <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
dirección espiritual, que inició en Santa Inés y no <strong>de</strong>scuidó en el resto <strong>de</strong> su <strong>vida</strong>, iba<br />
preparándose Merce<strong>de</strong>s para consagrarse como monja <strong>de</strong> c<strong>la</strong>usura cuando cumpliese <strong>la</strong><br />
edad canónica. Todo apuntaba que sería en Santa Inés, pero Dios tenía otros p<strong>la</strong>nes.<br />
Ocurrió que aquel colegio que empezó con pocas niñas y pequeñas fue tomando otro<br />
cariz. Las compañeras se fueron haciendo mayores y se incorporaron otras también<br />
mayorcitas y entre el<strong>la</strong>s surgieron conversaciones y comentarios típicos <strong>de</strong> <strong>la</strong> edad <strong>de</strong><br />
jovencitas sin vocación religiosa, lo que hería <strong>la</strong> sensibilidad espiritual <strong>de</strong> Merce<strong>de</strong>s que<br />
iba muy segura en otra dirección. Quiere salir <strong>de</strong> ese ambiente y pi<strong>de</strong> a <strong>la</strong> abue<strong>la</strong> <strong>la</strong> saque<br />
<strong>de</strong> allí, <strong>la</strong> lleve a otro convento, al <strong>de</strong> <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>risas <strong>de</strong> <strong>la</strong> Encarnación, pues sentía que su<br />
alma corría peligro. El padre y <strong>la</strong> abue<strong>la</strong> creyeron era mejor se quedara en el mundo y el 21<br />
<strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1892 <strong>la</strong> abue<strong>la</strong> <strong>la</strong> sacó <strong>de</strong> Santa Inés 69 . Tenía Merce<strong>de</strong>s entonces trece<br />
años y diez meses. Su hermana Pepita permaneció allí por espacio <strong>de</strong> dos años más.<br />
Vocación capuchina<br />
La abue<strong>la</strong> llevó a Merce<strong>de</strong>s a su casa <strong>de</strong> Monachil, don<strong>de</strong> permaneció los ocho meses<br />
que estuvo en el mundo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> Santa Inés. Así atendía <strong>la</strong> abue<strong>la</strong> los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong><br />
su nieta, que no quería vivir bajo una madrastra en casa <strong>de</strong> su padre, y al mismo tiempo<br />
para <strong>de</strong>dicarse más <strong>de</strong> cerca a orientar<strong>la</strong> en los difíciles años <strong>de</strong> <strong>la</strong> juventud.<br />
Merce<strong>de</strong>s empezó a encontrarse feliz. La casa era contigua a <strong>la</strong> iglesia, pared por pared,<br />
lo que <strong>la</strong> ilusionaba por sentirse muy cerca <strong>de</strong>l sagrario. Para el<strong>la</strong> fue como si se encontrase<br />
en <strong>la</strong> iglesia, y allí, en su habitación, pegada al muro <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia, mantenía coloquios con<br />
Jesús, como cuando iba a <strong>la</strong> reja <strong>de</strong>l coro <strong>de</strong> Santa Inés. La abue<strong>la</strong> no solo veía bien este<br />
modo <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Merce<strong>de</strong>s, sino que, <strong>de</strong> acuerdo con su religiosidad, <strong>la</strong> alentaba, y<br />
ambas hacían los actos <strong>de</strong> piedad acostumbrados, asistían al culto en <strong>la</strong> iglesia y hacían <strong>la</strong><br />
visita al Santísimo Sacramento.<br />
Pero el mundo pronto empezó a atraerle. Las muchas atenciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia y el trato<br />
con un primo seminarista, por el que su corazón empezó a sentir atracción y afecto, le hizo<br />
ol<strong>vida</strong>rse <strong>de</strong>l voto que había hecho en Santa Inés. La lucha interior le vino rápida, ¿<strong>la</strong><br />
quería Dios para <strong>la</strong> <strong>vida</strong> religiosa o para el mundo? Con esta duda fue al párroco <strong>de</strong><br />
Monachil, don Manuel Carranza, quien <strong>la</strong> escuchaba con paciencia y buscaba para el<strong>la</strong> <strong>la</strong><br />
voluntad <strong>de</strong> Dios; le mandó hacer los Siete Domingos a San José y en el último le dijo:<br />
«Dios te quiere capuchina, vete allí, que es <strong>la</strong> trapa y <strong>la</strong> cartuja que tú buscas; se hace<br />
mucha penitencia y viven como sepultadas en <strong>vida</strong>, tienen c<strong>la</strong>usura y no se <strong>la</strong>s ve nada.» 70<br />
El consejo <strong>de</strong>l Párroco fue importante para Merce<strong>de</strong>s y lo meditó seriamente; pero <strong>la</strong><br />
<strong>de</strong>cisión <strong>de</strong>finitiva <strong>la</strong> tomó tras un hecho en que Merce<strong>de</strong>s sintió con c<strong>la</strong>ridad <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mada<br />
<strong>de</strong>l Señor. Dice el<strong>la</strong>: «Quiso el señor san José darme a conocer que me quería el Señor<br />
religiosa en <strong>la</strong> reg<strong>la</strong> más austera, con un aviso tremendo, haciendo estal<strong>la</strong>r en mi mano un<br />
pequeño mauser que tenía mi abuelo en una cajita <strong>de</strong> papeles, que yo registraba en un<br />
68 Cuad. 25, Escr. 6, pp. 201-202. Cf. Cuad. 24, Escr. 6, p. 144.<br />
69 Cuad. 15, Escr. 6, p. 19; Cuad. 24, Escr. 6, p. 143; Cuad. 25, Escr. 6, pp. 203-204.<br />
70 Cuad. 25, Escr. 6, p. 204.