crescencio palomo iglesias, op vida y obra de la m. trinidad del ...
crescencio palomo iglesias, op vida y obra de la m. trinidad del ...
crescencio palomo iglesias, op vida y obra de la m. trinidad del ...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
y cariño, cuando yo toda enfurruñada no sabía correspon<strong>de</strong>r aquel<strong>la</strong>s <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>zas<br />
maternales más que contestando con grosería: yo no quiero ser monja quiero educarme<br />
pronto para marcharme con mi papá.<br />
»Las monjas me <strong>de</strong>jaron como para no hacerme caso, y todas encantadas con mi<br />
hermanita que, alegre como un ruiseñor, <strong>la</strong>s tenía admiradas <strong>de</strong> su alegría y candor como<br />
un ángel. El<strong>la</strong>, en cambio, quería ser monja aquel<strong>la</strong> misma noche, pues llegamos a <strong>la</strong>s cinco<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> tar<strong>de</strong> el 28 <strong>de</strong> enero 1889. Nos hicieron cenar, y yo caprichosa tomé sólo dos pasteles<br />
<strong>de</strong> los regalos, que llevábamos mucho dulce que es lo que más gustaba; <strong>la</strong> pequeña tomaba<br />
cuanto le daban, y se puso ma<strong>la</strong> <strong>de</strong> madrugada. Cuánto sufría mi corazón, que todo me<br />
extrañaba...» 54<br />
«El mismo día que cumplía diez años, el 28 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1889, entramos en el convento<br />
<strong>de</strong> C<strong>la</strong>risas, don<strong>de</strong> fuimos recibidas con mucho cariño. Mi hermana sólo tenía ocho años.<br />
»Las madres, como vieron <strong>la</strong> buena educación y que sabíamos leer y escribir<br />
correctamente, nos preguntaron: Vosotras, ¿qué queréis apren<strong>de</strong>r, a qué sentís inclinación?<br />
Yo muy impresionada no sabía más que llorar... Llevaba <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> mí el cuadro <strong>de</strong> mi<br />
casa: mi padre con pretensiones <strong>de</strong> casarse con una parienta que tenía mi madre <strong>de</strong> criada,<br />
mi abue<strong>la</strong> y dos hermanos mayores disgustadísimos, dos hermanitos con amas, y uno con<br />
tres años. Mi madre al morir y darme sus últimos consejos: “Y tú, hija mía, al <strong>la</strong>do <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
abuelita siempre, sé siempre muy buena y cuida <strong>de</strong> tus hermanos pequeños, para que papá<br />
no os ponga madrastra”.<br />
»Mi hermanita muy viva y más lista que yo, contestó con mucha gracia a <strong>la</strong>s religiosas<br />
que querían hacernos hab<strong>la</strong>r: “Mi Merce<strong>de</strong>s lo dirá”.<br />
»Yo no podía hab<strong>la</strong>r; sentía una pena separada <strong>de</strong> mi abue<strong>la</strong> que tanto me amaba y con<br />
quien mi madre quería me educase. Siendo ya muy <strong>de</strong> noche y queriendo <strong>la</strong> superiora que<br />
nos acostasen, mi hermanita me instaba les contestase, y yo con mucho genio y grosera les<br />
dije: yo no vengo a ser monja, vengo a educarme para irme en seguida con mi papá a tomar<br />
cuenta <strong>de</strong> casa, y esta mi hermanita quedará aquí más tiempo.» 55<br />
«La entrada en el colegio fue el 28 <strong>de</strong> enero, a los seis meses <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> mi madre,<br />
el mismo día que cumplía diez años. Nos acompañó mi abuelita y mi padre, que tanto le<br />
costó <strong>de</strong>jarnos, y a mí, ¡Dios mío!, no resistía mi corazón aquel segundo golpe: separarme<br />
por primera vez <strong>de</strong> lo que más quería, mi padre y mi abuelita, que fue mi madre siempre y<br />
con quien vivía ordinariamente. Entonces se renovó <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> mi santa e inol<strong>vida</strong>ble<br />
madre, q.e.p.d.<br />
»Des<strong>de</strong> aquel día tenía <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> mi memoria el cuadro <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa... mi padre sólo con<br />
cinco niños; los dos mayores querían escapar y mi padre pensó contraer matrimonio y ni<br />
mis hermanos mayores ni yo resistíamos ver otra en lugar <strong>de</strong> mi santa madre.» 56<br />
«El 28 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1889 entramos en el convento <strong>de</strong> c<strong>la</strong>risas <strong>de</strong> Santa Inés <strong>de</strong><br />
educandas, cuando cumplía aquel mismo día los diez años <strong>de</strong> edad y mi hermanita ocho<br />
años y meses, nos llevó mi padre y mi abuelita, y quedamos contentas, aunque con <strong>la</strong> pena<br />
inexplicable <strong>de</strong> <strong>la</strong> primera separación... <strong>de</strong> mi padre y abuelita que tanto nos habían amado,<br />
a los seis meses <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r a mi santa madre y <strong>de</strong>jando aquellos tres hermanos pequeñitos,<br />
que mi madre me encargó cuidase <strong>de</strong> ellos cuando <strong>la</strong>s amas los <strong>de</strong>jasen, pues solo tenían el<br />
menor cuarenta días, le seguía otro <strong>de</strong> dos años y otro <strong>de</strong> cuatro. En el momento <strong>de</strong> salir el<br />
mayorcito <strong>de</strong> cuatro años colgado a mi cuello lloraba inconso<strong>la</strong>ble por venirse con<br />
nosotras; me <strong>de</strong>cía: “Merce<strong>de</strong>s, que mamá te dijo al irse al cielo que cuidaras <strong>de</strong> nosotros,<br />
que fueses buena, y a mí también me dijo: amar a Merce<strong>de</strong>s como a mí, el<strong>la</strong> cuidará <strong>de</strong><br />
54 Cuad. 25, Escr. 6, p. 196.<br />
55 Cuad. 25. Escr. 6, pp. 200-201.<br />
56 Cuad. 28. Escr. 7, p.53.