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crescencio palomo iglesias, op vida y obra de la m. trinidad del ...

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Con <strong>la</strong> retirada <strong>de</strong> <strong>la</strong> abue<strong>la</strong>, el vacío <strong>de</strong> <strong>la</strong> madre empezó a sentirse cada vez más y se<br />

vino a complicar a los tres o cuatro meses en que se empezó a conocer que el padre<br />

pretendía contraer matrimonio con Victoria. Esto no fue bien aceptado por los dos<br />

hermanos mayores, <strong>de</strong> dieciséis y catorce años, que querían echar a Victoria <strong>de</strong> casa, lo que<br />

llevó al padre a sentirse contrariado y violento, perdía el equilibrio y en el hogar empezó a<br />

faltar <strong>la</strong> paz y alegría que antes había 50 .<br />

Ante estas circunstancias Merce<strong>de</strong>s pretendía ponerse al frente <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa y vivía<br />

obsesionada <strong>de</strong> lo que le había oído <strong>de</strong>cir a su madre antes <strong>de</strong> morir, que el<strong>la</strong> como <strong>la</strong><br />

mayor <strong>de</strong> <strong>la</strong>s niñas atendiese a su padre y hermanos; quería apren<strong>de</strong>r todo rápidamente <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> abue<strong>la</strong> y tomar <strong>la</strong>s riendas <strong>de</strong>l hogar.<br />

Mas no pensó ni pudo pensar <strong>la</strong> abue<strong>la</strong> que Merce<strong>de</strong>s, a su corta edad, pudiese tomar<br />

esta responsabilidad. Ante aquel panorama buscó lo mejor para <strong>la</strong>s dos niñas, sacar<strong>la</strong>s <strong>de</strong><br />

allí y educar<strong>la</strong>s bien para un mañana. Así, <strong>de</strong> acuerdo con el padre empezaron a buscar un<br />

internado don<strong>de</strong> <strong>la</strong>s niñas recibiesen una buena educación.<br />

Esta <strong>de</strong>cisión no fue bien aceptada por Merce<strong>de</strong>s. El<strong>la</strong> no quería salir <strong>de</strong> casa, sino<br />

ponerse al frente <strong>de</strong> el<strong>la</strong>, para así evitar que su padre les pusiese madrastra. Solo pudieron<br />

sacar<strong>la</strong> <strong>de</strong> su obsesión prometiéndole que tan pronto como se formase volvería para<br />

ponerse al frente <strong>de</strong> hogar. Con esta promesa y <strong>la</strong> ilusión <strong>de</strong> formarse rápidamente y volver<br />

muy pronto hacerse cargo <strong>de</strong> todo, cedió, aunque no <strong>de</strong> muy buena gana.<br />

En <strong>la</strong> elección <strong>de</strong>l colegio pensaron en <strong>la</strong>s C<strong>la</strong>risas <strong>de</strong> <strong>la</strong> Encarnación, don<strong>de</strong> se había<br />

educado <strong>la</strong> madre <strong>de</strong> <strong>la</strong>s niñas y don<strong>de</strong> <strong>la</strong> abue<strong>la</strong> tenía una hermana y una hija que entonces<br />

era <strong>la</strong> aba<strong>de</strong>sa. También pensaron en el Colegio <strong>de</strong> Santo Domingo, por el gran prestigio<br />

que tenía en Granada y con <strong>la</strong> pretensión <strong>de</strong> que llegasen a ser profesoras, según<br />

anteriormente, en <strong>vida</strong> <strong>de</strong> doña Filomena, los padres había proyectado 51 . Pero enterada <strong>de</strong><br />

que buscaban colegio sor Pi<strong>la</strong>r Rodríguez, monja en el convento <strong>de</strong> c<strong>la</strong>risas <strong>de</strong> Santa Inés,<br />

que era parienta <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia y hermana <strong>de</strong> <strong>la</strong> que <strong>de</strong>spués contraería matrimonio con el<br />

padre <strong>de</strong> Merce<strong>de</strong>s, le pidió <strong>la</strong>s llevasen a su convento, que acababan <strong>de</strong> abrir colegio y ya<br />

tenía quince niñas educandas <strong>de</strong> buenas familias 52 . Así lo <strong>de</strong>cidieron y prepararon lo<br />

necesario para llevar<strong>la</strong>s a Santa Inés.<br />

50 La M. Trinidad, haciéndose eco <strong>de</strong> estos momentos escribe: «Mi corazón que con <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> mi madre se había<br />

hecho más sensible y tierno... el golpe <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r a mi santa madre me pareció el <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> un mundo nuevo <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>sengaños... ¡Todo cambió alre<strong>de</strong>dor nuestro! Quedamos en una orfandad verda<strong>de</strong>ramente tristísima... Días <strong>de</strong>spués, mi<br />

abue<strong>la</strong>, que dotada <strong>de</strong> gran talento y virtud, a quien mi pobre madre nos confió, con encargo especial a sus dos niñas...<br />

sobre todo su Mercedicas que tanto amaba y temía <strong>de</strong> su carácter impetuoso y vivo, tuvo que retirarse por completo.<br />

»Tenía mi madre dos muchachas <strong>de</strong> 20 años especialmente <strong>la</strong> mayor <strong>de</strong> 21 (algo parientas sobrinas <strong>de</strong> un primo<br />

hermano que vino en <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia), y el<strong>la</strong>s le pidieron quedarse <strong>de</strong> criadas y costureras, y como eran buenas y piadosas,<br />

llevaban más <strong>de</strong> un año en casa, y <strong>la</strong> mayor se encargó <strong>de</strong> nosotras para salir y vestirnos, etc. Esta, l<strong>la</strong>mada Victoria,<br />

quiso quedarse en <strong>la</strong> casa al cuidado nuestro; y <strong>la</strong> abue<strong>la</strong> se <strong>op</strong>uso, queriendo quedase en <strong>la</strong> casa una señora viuda <strong>de</strong><br />

cierta edad, que observaba ejemp<strong>la</strong>r conducta, pues mi padre, había recibido y confiado nuestro cuidado a Victoria, en<br />

extremo atenciosa con todos nosotros... Pronto se conoció, que mi padre quería casar con el<strong>la</strong>; y a los 3 ó 4 meses <strong>de</strong><br />

muerta mi madre, en aquel<strong>la</strong> casa que nos s<strong>obra</strong>ba todo, y viviendo mi madre florecía con <strong>la</strong> esperanza <strong>de</strong> un porvenir...<br />

<strong>de</strong> bendiciones y paz como teníamos, con <strong>la</strong> ayuda <strong>de</strong> mi buenísima abuelita, ésta se retiró, y retiró sus ayudas; mis<br />

hermanos mayores se <strong>op</strong>onían, echándo<strong>la</strong> <strong>de</strong> casa... y nosotras veíamos a mi pobre padre contrariado y violento, per<strong>de</strong>r<br />

aquel equilibrio que ayudó tanto en los últimos años a <strong>la</strong> paz y alegría <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> casa <strong>de</strong> bendición» (Cuad. 38).<br />

51 «Cuando les parecía a mis padres que <strong>de</strong>bíamos ir a algún colegio, pensaron en meternos internas en Santo<br />

Domingo, con el fin que estudiásemos para profesoras cuando tuviésemos <strong>la</strong> edad; y llenos <strong>de</strong> temores iban entreteniendo<br />

el tiempo para que fuésemos mayores» (Cuad. 38).<br />

52 «Después <strong>de</strong> seis meses <strong>de</strong> orfandad amarguísima, pensó mi padre y abue<strong>la</strong> internarnos a <strong>la</strong>s dos en el colegio <strong>de</strong><br />

Santo Domingo. Enterada una parienta religiosa c<strong>la</strong>risa <strong>de</strong> Santa Inés <strong>de</strong> Granada, pidió a mi padre nos llevase a su<br />

convento, que el<strong>la</strong> cuidaría <strong>de</strong> nuestra educación como una madre, porque hacía un año que habían puesto colegio y<br />

tenían ya 15 educandas <strong>de</strong> muy buenas familias» (Cuad. 25, Escr. 6, p.200). «Teníamos una parienta en un convento <strong>de</strong><br />

C<strong>la</strong>risas que entonces tenían colegio, y enteradas que nos preparaban para ingresar en Santo Domingo <strong>de</strong> Granada, l<strong>la</strong>mó<br />

a mi padre y le pidió nos llevase allí, que el<strong>la</strong>s nos educarían tan bien como en Santo Domingo y se alegrarían <strong>de</strong>spués»<br />

(Cuad. 38).

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