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crescencio palomo iglesias, op vida y obra de la m. trinidad del ...

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Jesús sacramentado tras <strong>la</strong> pared <strong>de</strong> su habitación contigua a <strong>la</strong> iglesia <strong>de</strong> Monachil durante<br />

los ocho meses vividos en ansiedad <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisión y espera para entrar en San Antón.<br />

Para vivir con tranquilidad y sosiego los momentos <strong>de</strong> intimidad con Jesús<br />

sacramentado, pidió una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tribunas abandonadas y llena <strong>de</strong> muebles viejos, que era una<br />

más <strong>de</strong> entre <strong>la</strong>s que suelen ro<strong>de</strong>ar <strong>la</strong>s <strong>iglesias</strong> antiguas <strong>de</strong> monjas <strong>de</strong> c<strong>la</strong>usura para que <strong>la</strong>s<br />

religiosas acudan a hacer su oración individual. En esta tribuna, Merce<strong>de</strong>s se entregó con<br />

intensidad a adorar a Jesús sacramentado, acción que siguió <strong>de</strong>spués durante todo el tiempo<br />

<strong>de</strong> su estancia en este convento y que llevó a <strong>la</strong>s fundaciones y <strong>de</strong>jó en constitución como<br />

voto especial para sus hijas <strong>la</strong>s Esc<strong>la</strong>vas <strong>de</strong> <strong>la</strong> Santísima Eucaristía y <strong>de</strong> <strong>la</strong> Madre <strong>de</strong> Dios.<br />

«Como no tenía compañeras –dice– y <strong>la</strong> madre Maestra veía mis afanes <strong>de</strong> vivir junto a<br />

<strong>la</strong> Eucaristía, mi <strong>vida</strong> y aliento, me concedió <strong>la</strong> madre Aba<strong>de</strong>sa que en una tribuna que<br />

tenían llena <strong>de</strong> muebles viejos, fuese siempre que quisiera <strong>de</strong> día o <strong>de</strong> noche. Mi pobre<br />

alma, tan sedienta <strong>de</strong> Dios, corría veloz, aprovechando todos los ratos libres, a beber en<br />

aquel<strong>la</strong> divina fuente con el ansia <strong>de</strong> un amor fuerte como <strong>la</strong> muerte, que no había nada<br />

capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>tenerme.» 87<br />

Y haciendo una reflexión e invocación sigue diciendo: «¡Oh Jesús mío, con qué alegría<br />

sacrificaba los momentos, aun <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>scanso, para pasar junto a Jesús mis horas libres,<br />

aun privándome <strong>de</strong>l sueño, por recrear mi corazón y mi alma en aquel<strong>la</strong>s íntimas<br />

comunicaciones <strong>de</strong> Dios y mi alma... ¡Qué torrentes <strong>de</strong> luz inundaban mi alma, que fuera<br />

<strong>de</strong> él quedaba como ciega!, ¡qué amor a <strong>la</strong>s humil<strong>la</strong>ciones y trabajos, que sin él no podía<br />

s<strong>op</strong>ortar!, ¡qué estima y amor me daba a aquel<strong>la</strong> <strong>vida</strong> <strong>de</strong> penitencia y pobreza, que veía<br />

practicar con tanta antipatía y violencia! y junto a vos, en aquel<strong>la</strong> tribuna, en don<strong>de</strong> tantas<br />

veces rega<strong>la</strong>steis mi alma con vuestra divina presencia, os dignasteis enseñarme que solo<br />

iría segura a vuestro adorable Corazón, abrazando aquel<strong>la</strong> <strong>vida</strong> que vos mismo le disteis al<br />

seráfico padre san Francisco, y allí repetidas veces me confirmasteis vuestra adorable<br />

voluntad <strong>de</strong> quererme víctima en <strong>la</strong> <strong>vida</strong> capuchina, adorándoos en el Santísimo<br />

Sacramento en espíritu y verdad, y acercándoos muchas almas.» 88<br />

Toma <strong>de</strong> hábito<br />

Pasaron dos años <strong>de</strong> postu<strong>la</strong>ntado y <strong>la</strong> comunidad no daba el hábito a Merce<strong>de</strong>s, <strong>la</strong> cual<br />

vivía en espera que ese día llegase y muy ocupada en el mucho trabajo <strong>de</strong> limpieza y <strong>de</strong><br />

servicio en <strong>la</strong>s oficinas, por lo que apenas si pisaba el noviciado. Por ello alguna monja<br />

empezó a preguntarle si había entrado para criada o para monja. Entonces, Merce<strong>de</strong>s<br />

comprendió que <strong>de</strong>bía pedir el santo hábito y así lo hizo. La respuesta fue negárselo porque<br />

le parecía a <strong>la</strong> comunidad que no tendría fuerzas para llevar <strong>la</strong>s vigilias y ayunos<br />

establecidos en <strong>la</strong>s Constituciones, pues había enf<strong>la</strong>quecido y sentía <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong><br />

estómago 89 .<br />

La reacción <strong>de</strong> Merce<strong>de</strong>s fue acudir a <strong>la</strong> Virgen a pedirle fuerzas y que <strong>la</strong> enseñara a<br />

trabajar e impidiera que <strong>la</strong> echasen <strong>de</strong> San Antón, don<strong>de</strong> el<strong>la</strong> se encontraba feliz con los<br />

trabajos y austerida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>vida</strong> que le daban ocasión <strong>de</strong> llevar <strong>la</strong> pasión <strong>de</strong> Jesucristo<br />

grabada en su alma 90 .<br />

87 Cuad. 25, Escr. 6, p. 207.<br />

88 Cuad. 25, Escr. 6, p. 208.<br />

89 Cf. Cuad. 25, Escr. 6, p. 207.<br />

90 Cf. Cuad. 25, Escr. 6, p. 207.

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