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Seminario Internacional de Miami Miami ... - MINTS español

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gracia divina para con Israel. Del v. 8 en a<strong>de</strong>lante, salvo en una frase <strong>de</strong>l v. 14, la oración<br />

guarda silencio acerca <strong>de</strong> las figuras <strong>de</strong>stacadas <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> Israel. Así contribuye al<br />

énfasis <strong>de</strong> los capítulos 7–12 en el pueblo y su li<strong>de</strong>razgo múltiple en vez <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s lí<strong>de</strong>res.<br />

El v. 9a, sobre lo que Jehovah hizo en Egipto, se <strong>de</strong>sglosa en el v. 10; y el v. 9b, sobre lo que hizo<br />

junto al mar Rojo, se <strong>de</strong>sglosa en el v. 11. Actuar con soberbia (9:10; cf. Éxo. 18:11) es hacer<br />

mal consciente y <strong>de</strong>liberadamente (cf. Éxo. 21:14). Jehovah cobró renombre como libertador no<br />

sólo en el éxodo, sino también en el día <strong>de</strong> hoy <strong>de</strong> los que oraban (9:10), mediante la liberación<br />

<strong>de</strong> Babilonia (ver 7:6). Avanzando en la historia, la oración llega a las peregrinaciones por el<br />

<strong>de</strong>sierto (9:12–21). Jehovah guió a los israelitas por el camino (9:12), les dio buenas leyes (9:13,<br />

14), les proveyó <strong>de</strong> maná y agua <strong>de</strong> la peña (9:15a), y en Ca<strong>de</strong>s Barnea les or<strong>de</strong>nó tomar la<br />

tierra prometida (9:15b). Las leyes eran buenas porque eran rectas (justas) y eran fieles al<br />

revelar a Israel cómo obtener la bendición divina (ver Deut. 30:16). La frase les prometiste que<br />

entrarían (9:15) también pue<strong>de</strong> traducirse como un mandato: les dijiste que entraran. Esta<br />

traducción cabe mejor con el v. 16.<br />

A pesar <strong>de</strong> estas bonda<strong>de</strong>s, en Ca<strong>de</strong>s Barnea Israel se rebeló contra Jehovah (9:16, 17a). Su<br />

<strong>de</strong>sobediencia será uno <strong>de</strong> los temas principales <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> la oración (vv. 18, 26, 28–30, 33–<br />

35). Los judíos reconocieron que sus padres pecaron con soberbia (9:16; ver v. 29), tan malos<br />

como los opresores egipcios (ver v. 10). Tercamente <strong>de</strong>soyeron dos mandamientos: el <strong>de</strong> invadir<br />

la tierra (ver v. 15b; Núm. 14; Deut. 1:21, 26–29), y luego el <strong>de</strong> no invadirla (ver Deut. 1:40–<br />

43). No recordaron con fe los milagros divinos a su favor (9:17a; Deut. 1:29–33). No obstante,<br />

Jehovah no abandonó a su pueblo (9:17b). Pero tú hace contraste con pero ellos (ver v. 16).<br />

Cada sección ha venido señalando un atributo <strong>de</strong> Jehovah: su po<strong>de</strong>r (v. 6), su justicia (v. 8), su<br />

acción liberadora (v. 10) y ahora, su perdón misericordioso. La <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> Dios en el v. 17b<br />

hace eco <strong>de</strong> Éxodo 34:6, y resonará en los vv. 19, 27, 28, 30–32. Así <strong>de</strong>spreciaron a Jehovah. El<br />

vocablo traducido abominaciones (9:18) es más exactamente “<strong>de</strong>sprecios” (también en v. 26).<br />

Con todo, el Señor les siguió brindando los mismos cuidados ya citados: dirección por el camino<br />

(9:19; ver v. 12), buena enseñanza (9:20a; ver vv. 13, 14) y sustento (9:20b; ver v. 15). En vez <strong>de</strong><br />

enviarles un espíritu malo, como hizo con Abimelec (Jue. 9:23), Saúl (1 Sam. 16:14–16, 23) y<br />

Acab (1 Rey. 22:19–23), dio su buen Espíritu (9:20) para capacitar a Bezaleel (Éxo. 31:2–5) y<br />

para investir a los lí<strong>de</strong>res <strong>de</strong> Israel (Núm. 11:16, 17, 24–30; Isa. 63:10–14). Siguió supliendo<br />

todas sus necesida<strong>de</strong>s durante los cuarenta años (9:21). El siguiente evento en la oración fue la<br />

conquista (9:22–25). Jehovah dio a Israel los reinos <strong>de</strong>l lado oriental <strong>de</strong>l Jordán (9:22) y luego<br />

la tierra prometida, Canaán (9:23–25). Antes había multiplicado como las estrellas <strong>de</strong>l cielo a<br />

los hijos <strong>de</strong> la generación que salió <strong>de</strong> Egipto (9:23a; Deut. 1:10), así cumpliendo una promesa<br />

<strong>de</strong>l pacto con Abraham (ver Gén. 15:5; 22:17; 26:4). Ahora los judíos anhelaban que la volviera<br />

a cumplir, conforme a las profecías (Eze. 36:10–12, 38; Zac. 2:4), pues <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cautiverio<br />

babilónico su tierra había quedado subpoblada (ver 7:4). A los hijos Jehovah les entregó no<br />

sólo la tierra (9:24), sino también sus pueblos y reyes (9:24), ciuda<strong>de</strong>s, tierras fértiles y toda una<br />

economía próspera (9:25). La oración luego avanza al período <strong>de</strong> los jueces, cuando se repitió<br />

muchas veces (v. 28) el bien conocido ciclo <strong>de</strong> pecado, opresión, clamor y liberación (9:26–28;<br />

cf. Jue. 2:10–19). La matanza <strong>de</strong> los profetas en este período (9:26b) se menciona sólo aquí, si<br />

bien se conocen casos durante la monarquía (1 Rey. 18:4; 2 Crón. 24:20–2; Jer. 26:20–23).<br />

En el resto <strong>de</strong> la oración los judíos se sitúan a sí mismos en un ciclo más. Habían pecado (9:29,<br />

30a), vivían la opresión (9:30b, 31) y en este momento levantaban su clamor (9:29–38). El<br />

pecado, cometido con soberbia y a pesar <strong>de</strong> la amonestación divina, correspondió a los muchos

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