NIETZSCHE Y LA TRAGEDIA EN LA ÉPOCA DE LOS CENTAUROS.
NIETZSCHE Y LA TRAGEDIA EN LA ÉPOCA DE LOS CENTAUROS.
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se anula a sí misma. Por lo tanto, lo único que existe, lo único ver-<br />
dadero, es la eterna unidad” (FTG, p. 85) 63 .<br />
Como profeta de la verdad racional, Parménides concedía la<br />
máxima importancia a la rígida separación entre «ser» y «no ser» y<br />
debía parecerle algo profundamente odioso el juego antinómico de<br />
Heráclito; una proposición como “nosotros somos, y al mismo tiempo<br />
no somos”, “ser y no ser es lo mismo y a la vez no es lo mismo” (Cfr.<br />
FTG, p. 83-84). Incluso su primera doctrina, que hacía del mundo<br />
sensible el resultado del concurso del ser y el no ser, le resultó un<br />
pecado lógico, que había cometido por prestar atención a los sentidos,<br />
cuando para él las percepciones de los sentidos no nos proporcionaban<br />
más que engaños e ilusiones, que nos llevan por el camino del «no ser»,<br />
haciéndonos creer en su existencia. Pero cuando Parménides volvía su<br />
atención al mundo del devenir se encolerizaba contra los sentidos que<br />
sólo captan el devenir y volvía al resguardo de su pensamiento que<br />
tenía el poder de suministrarle la ilusoria estabilidad del ser.<br />
Para Nietzsche, el eléata llevó a cabo la primera crítica del<br />
conocimiento, lo cual es importante, pero sus consecuencias le parecen<br />
inaceptables; ya que, con la misma “escindió limpiamente los sentidos<br />
de la facultad de pensar y abstraer como si se tratara de dos actividades<br />
dispares; incluso destruyó el intelecto como tal y alentó la tan errónea<br />
distinción entre «cuerpo» y «espíritu» que, sobre todo desde Platón,<br />
pende como una maldición sobre la filosofía” (FTG, p. 85). Nietzsche<br />
contrapone que desde esta perspectiva, “sólo en las ampulosas y etéreas<br />
abstracciones, en las cuencas vacías de los conceptos más<br />
indeterminados residirá entonces la verdad, atrapada como en una tela<br />
63 Una alternativa a esta solución de Parménides la proporciona Demócrito, para quien, como<br />
veremos, existe tanto el ser como el no ser, ya que si no, el mundo del fenómeno queda sin explicar.<br />
Lo que lleva a uno y otro autor a aceptar o rehusar la existencia del no ser parece ser el interés por<br />
explicar o meramente condenar el mundo del devenir.<br />
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