La teoría de los cuatro escalones. Violencia, criminalidad e ...
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Los enfoques culturalistas están sometidos a múltiples <strong>de</strong>safíos. El primero <strong>de</strong> el<strong>los</strong>,<br />
consiste en lograr una a<strong>de</strong>cuada noción <strong>de</strong> cultura, puesto que habitualmente las diferentes<br />
<strong>teoría</strong>s o paradigmas sobre el crimen alternan <strong>de</strong>finiciones amplias, vagas e imprecisas, lo que<br />
dificulta el logro <strong>de</strong> explicaciones específicas sobre cómo <strong>los</strong> agentes reaccionan, actúan o <strong>de</strong>jan<br />
<strong>de</strong> hacerlo frente a <strong>de</strong>sempeños y señales diferenciales <strong>de</strong>l entorno (Trajtenberg, 2006). 38<br />
El segundo <strong>de</strong>safío está en <strong>de</strong>mostrar que la dimensión cultural-criminal se halla situada y<br />
localizada con cierta estabilidad en un <strong>de</strong>terminado contexto espacio-temporal y no en otro:<br />
hemos <strong>de</strong> fundamentar que esos rasgos o faltas sobre las acciones criminales o no<br />
criminales en <strong>de</strong>terminados grupos no son ni el producto <strong>de</strong> <strong>los</strong> azares coyunturales, ni<br />
características universales <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> agentes o grupos <strong>de</strong>l planeta (Trajtenberg, 2006).<br />
El tercer y último <strong>de</strong>safío <strong>de</strong>be establecer con precisión la conexión entre las pautas<br />
culturales o subculturales y las conductas y actitu<strong>de</strong>s criminales <strong>de</strong> <strong>los</strong> individuos:<br />
vale la pena recordar que aún cuando se introduzca la dimensión cultural, el ignorar las<br />
interfases entre las creencias y las acciones, podría irónicamente acercar la explicación<br />
cultural <strong>de</strong>l actor criminal al mo<strong>de</strong>lo economicista <strong>de</strong>l <strong>de</strong>lito. ¿En qué sentido? Se<br />
estaría cometiendo aquí un error análogo, en el sentido <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconocer que <strong>los</strong> actores<br />
criminales no siempre logran llevar a<strong>de</strong>lante sus <strong>de</strong>seos y objetivos, ya que muchas veces<br />
estos actores son contradictorios, irracionales, poseen <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> voluntad, son<br />
miopes, ocurren eventos inesperados, otros agentes interfieren, etc. (Trajtenberg, 2006).<br />
Estos <strong>de</strong>safíos nos remiten nuevamente a aquellas corrientes que establecen puentes<br />
interpretativos entre las estructuras y las conductas. Por ejemplo, la aplicación <strong>de</strong> la psicología<br />
conductista a la sociología consiste en explicar las características <strong>de</strong> la estructura social que<br />
aparecen repetidamente en grupos pequeños, características que pue<strong>de</strong>n observarse directamente<br />
cuando se hacen estudios <strong>de</strong> campo <strong>de</strong> nuevos grupos: normas, cohesión, competición, status,<br />
po<strong>de</strong>r, li<strong>de</strong>razgo, justicia distributiva y <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> canales regulares <strong>de</strong> comunicación<br />
(Homans, 1990).<br />
generaciones riesgos <strong>de</strong> asociación diferencial. Por el contrario, esto se encuentra en <strong>los</strong> barrios en don<strong>de</strong> hay<br />
encuentro entre nuevos inmigrantes y población con valores distintos, puesto que se produce un conflicto cultural<br />
para las nuevas generaciones que se sienten en tensión entre <strong>los</strong> valores <strong>de</strong> <strong>los</strong> padres y las nuevas formas <strong>de</strong> vida. El<br />
<strong>de</strong>lito, entonces, sería la forma <strong>de</strong> encontrar una integración, respeto y medios económicos en lo que <strong>los</strong> autores<br />
consi<strong>de</strong>ran un barrio ‘<strong>de</strong>sorganizado’”(Kessler, 2004).<br />
38 “Ante cambios en las señales positivas y negativas (recompensas y castigos) que el agente recibe <strong>de</strong>l entorno<br />
(familia, grupo <strong>de</strong> pares, institución escolar, comunidad, el mercado <strong>de</strong> trabajo, marco legal, gobierno, etc.), ¿se<br />
generan comportamientos y actitu<strong>de</strong>s más o menos propensas a la <strong>criminalidad</strong> por parte <strong>de</strong> <strong>los</strong> agentes? ¿Hay<br />
aprendizajes, revisiones y/o cambios en las conductas o por el contrario se mantienen, por ejemplo, pautas <strong>de</strong><br />
conducta igualmente criminales? Difícilmente logremos saberlo, precisamente por la forma en que está construida la<br />
noción <strong>de</strong> acción o conducta criminal ‘culturalmente <strong>de</strong>terminada’” (Trajtenberg, 2006).<br />
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