La teoría de los cuatro escalones. Violencia, criminalidad e ...
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Capítulo IV<br />
Los discursos<br />
El escalón discursivo <strong>de</strong>riva y se nutre <strong>de</strong> <strong>los</strong> anteriores, pero también <strong>los</strong> envuelve y <strong>los</strong><br />
condiciona como dimensión simbólica y cultural. El eje violencia-seguridad no pue<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rse<br />
fuera <strong>de</strong> la noción <strong>de</strong> “representaciones” sociales. Hacerlo <strong>de</strong> otra manera es como preten<strong>de</strong>r<br />
saltar sobre la propia sombra.<br />
El plano <strong>de</strong>l discurso también es estructural y alu<strong>de</strong> al conjunto <strong>de</strong> visiones,<br />
representaciones y mitos sobre <strong>los</strong> hechos y <strong>los</strong> actores <strong>de</strong> la violencia. Su espacio <strong>de</strong> producción<br />
es variado: conversación cotidiana, procesos <strong>de</strong> socialización, medios masivos <strong>de</strong> comunicación,<br />
etc. Su estructura <strong>de</strong> significados, inscripta en el lenguaje y relativamente invariante, posee un<br />
alto po<strong>de</strong>r disciplinador. <strong>La</strong>s nuevas <strong>de</strong>mandas <strong>de</strong> seguridad refuerzan <strong>los</strong> viejos discursos <strong>de</strong> la<br />
seguridad. Sin embargo, caeríamos en un error si creyéramos que estos discursos introducen una<br />
novedad avasallante. En realidad, las formas tradicionales mantienen su operatividad y se<br />
rearman para ejercer su crítica. Foucault ha señalado que las prácticas discursivas aparecen como<br />
fuerzas modificables según las necesida<strong>de</strong>s estratégicas.<br />
El estudio <strong>de</strong> <strong>los</strong> discursos supone el reconocimiento <strong>de</strong> la autonomía <strong>de</strong> la cultura y <strong>de</strong><br />
las mediaciones simbólicas. Los códigos, las narrativas y <strong>los</strong> símbo<strong>los</strong> subyacen y cohesionan a<br />
la sociedad. En este caso, la preocupación por la seguridad como elemento popular y la dialéctica<br />
protección-seguridad están insertas en dinámicas culturales que <strong>de</strong>terminan la percepción social<br />
<strong>de</strong>l riesgo. <strong>La</strong> especificidad <strong>de</strong>l escalón discursivo radica en el diagnóstico <strong>de</strong> <strong>los</strong> interva<strong>los</strong> y las<br />
categorías residuales entre riesgo objetivo y percepción <strong>de</strong>l riesgo.<br />
En las socieda<strong>de</strong>s contemporáneas, la experiencia humana <strong>de</strong> la angustia y el riesgo no se<br />
ha mitigado. En un mundo <strong>de</strong> transformaciones radicales, persiste la motivación para aliviar el<br />
sufrimiento por medio <strong>de</strong> la construcción <strong>de</strong> mitos simbólicos, muy cargados <strong>de</strong> significados y<br />
cognitivamente simplificados. Los discursos sobre la seguridad ciudadana y el <strong>de</strong>lito son<br />
ejemp<strong>los</strong> concluyentes <strong>de</strong> una mitología urbana que impregna todos <strong>los</strong> espacios <strong>de</strong> la vida<br />
social. 46<br />
46 Todos estos discursos cumplen una función <strong>de</strong> legitimación en el plano <strong>de</strong>l universo simbólico: “en el plano <strong>de</strong>l<br />
significado, el or<strong>de</strong>n institucional representa una <strong>de</strong>fensa contra al terror. Ser anómico, por lo tanto, significa carecer<br />
<strong>de</strong> esa <strong>de</strong>fensa y estar expuesto, solo, al asalto <strong>de</strong> la pesadilla…El universo simbólico resguarda al individuo contra<br />
el terror <strong>de</strong>finitivo adjudicando legitimación <strong>de</strong>finitiva a las estructuras protectoras <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n institucional…<strong>La</strong><br />
legitimación <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n institucional también se ve ante la necesidad continua <strong>de</strong> poner una valla al caos. Toda la<br />
realidad social es precaria; todas las socieda<strong>de</strong>s son construcciones que enfrentan el caos. <strong>La</strong> constante posibilidad<br />
<strong>de</strong> terror anómico se actualiza cada vez que las legitimaciones que obscurecen la precariedad están amenazadas o se<br />
<strong>de</strong>sploman” (Berger y Luckmann, 1993).<br />
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