Lazarillo de Manzanares
Lazarillo de Manzanares
Lazarillo de Manzanares
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
LAZARILLO DE MANZANARES 101<br />
Con lo cual quise roer el cabestro; mas dañome mucho el<br />
<strong>de</strong>cir «por ahora», porque me respondió que si en algún tiempo<br />
me había <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminar, que no <strong>de</strong>jase pasar el presente, pues<br />
en él se me ofrecía cosa tan para vivir contento que tenía por sin<br />
duda no la hallase en otro alguno. Pidiome la viese, ya que no<br />
para efetuarlo, para que me enterase <strong>de</strong> que no me había<br />
informado con pasión, y que no la diría a ella cosa alguna cerca<br />
<strong>de</strong>l intento con que la iba a ver, como tampoco lo hizo cuando<br />
me vino a hablar a mí, pues él, <strong>de</strong> oficio, se vino sólo por<br />
hacerme buena obra; que podía ir allá cuando gustase, pues era<br />
tercera y hermana <strong>de</strong> su or<strong>de</strong>n. Yo lo prometí hacer como me lo<br />
pedía, con lo cual le eché <strong>de</strong> mí.<br />
Vuesa merced habrá <strong>de</strong> saber que yo era lampiño. Pues, <strong>de</strong><br />
prometido, me salieron barbas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que le <strong>de</strong>jé hasta otro día<br />
que la fui a ver. Consi<strong>de</strong>re qué me sucediera si llevara intento<br />
<strong>de</strong> casarme. Saliéranme —digo yo— ya canas, como los<br />
muchachos agudos que nacen vivido, <strong>de</strong>l vientre <strong>de</strong> sus<br />
madres, el tiempo que para venir a aquella agu<strong>de</strong>za era<br />
menester, y por eso se dice: «Mucho sabe este niño, no se<br />
logrará», aunque pocos dan la razón.<br />
Digo, señor, que fui a ver a mi tercera, tan flaca que más<br />
parecía prima, y entrando con la salutación más <strong>de</strong>vota y<br />
recibiéndome con la misma, se levantó una mujer negra todo lo<br />
que vuesa merced mandare, y tan alta que fatigué la vista dos<br />
veces: una en mirarla y otra en ser ella la que miraba.<br />
La cara <strong>de</strong> la prenda que el casamentero me encaminaba era<br />
tan ancha <strong>de</strong> frente y tan angosta <strong>de</strong> barba que parecía<br />
empezada en un punto, como las cofias que las mujeres para sí<br />
hacen. Los ojos eran azules y la cara <strong>de</strong>l color que he dicho.<br />
¡Vea vuesa merced qué buena estaría mi novia! La boquita, si<br />
no era como un piñón, era como una piña: pasábale, a mi<br />
parecer, cuatro <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> cada oreja. Saludable, si no hermosa<br />
cosa, por que si las enfermeda<strong>de</strong>s se yerran por no saber dón<strong>de</strong><br />
han hecho asiento, abriéndola ella se viera estómago, hígado,