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Lazarillo de Manzanares

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96 JUAN CORTÉS DE TOLOSA<br />

sentido. Y entendiéndolo el médico, le dijo que no había sido<br />

buen término el que con él se había usado, y que si le hizo<br />

poner en la cárcel para que le volviese sus dineros, que mucho<br />

más pudiera haber hecho por el modo con que se los sacaron y<br />

que hablase bien dél en ausencia, porque no le había menester<br />

para nada y le disgustaba mucho que le viniesen a <strong>de</strong>cir las<br />

liberta<strong>de</strong>s que dél hablaba.<br />

El valiente respondió a todo, particularmente a que no le<br />

había menester, <strong>de</strong>sta manera:<br />

—Que no me ha menester ucé no necesita <strong>de</strong> que lo acredite,<br />

porque el tan valiente, ¿para qué ha menester otros? Supuesto<br />

que yo tal vez doy un estocada y no tan sólo mato, sino que no<br />

hiero; mas ucé ¿cuándo erró o no obró? De manera que me<br />

atengo más a sus dos <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> papel <strong>de</strong> ucé que a mis cinco<br />

palmos <strong>de</strong> espada; y tan valiente es ucé que temo que ha <strong>de</strong><br />

hacer con este lugar lo que con el trigo la oruga: que si no<br />

consume el grano le <strong>de</strong>ja vacío. Dígolo, so doctor, porque si ucé<br />

no <strong>de</strong>rribare esta ciudad, quitarla ha la gente. Por ucés se <strong>de</strong>bió<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir: «La que a nadie no perdona». En mucha obligación le<br />

están a ucé la mula y la muerte: la mula en que hizo ucé por ella<br />

lo que por sí pudiera hacer, por cuyas amista<strong>de</strong>s se dirá con<br />

propiedad: «Mi amigo es otro yo»; la muerte porque los <strong>de</strong>más<br />

valientes, para matar, déjanle que se venga él, pero ucé va a<br />

buscarle.<br />

Y como esto pasase en la calle y los viese mudados <strong>de</strong> color,<br />

me fui a ellos, más por cumplir con el hábito y vecindad que<br />

por enten<strong>de</strong>r era necesario, porque creí que se burlaban,<br />

supuesto que un hijo <strong>de</strong>l médico —que también era ministro <strong>de</strong><br />

la muerte— estaba allí, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio tuvieron<br />

empuñadas las espadas, diciéndose el uno al otro: «¡Yo soy, yo<br />

soy!», y éste a él: «¡Tú eres, tú eres!».<br />

Llegueme y dije:<br />

—Est, aquel es.

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