Lazarillo de Manzanares
Lazarillo de Manzanares
Lazarillo de Manzanares
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
74 JUAN CORTÉS DE TOLOSA<br />
Henos aquí en la calle que parecíamos volteadores, y yo tan<br />
contento como el que había escapado con la vida <strong>de</strong> borrascas<br />
tan gran<strong>de</strong>s y no se me acordaban los infortunios pa<strong>de</strong>cidos<br />
quedando con ella. Y <strong>de</strong>seosos <strong>de</strong> alguien que nos guiase, nos<br />
<strong>de</strong>paró Dios un aguador que, aunque huyó al principio <strong>de</strong><br />
nosotros por imaginarnos locos, nos llevó a nuestra posada. Allí<br />
fuimos recibidos <strong>de</strong> mi ama como <strong>de</strong> la que había llorado su<br />
hijo por muerto, y viéndonos <strong>de</strong>snudos dijo que no andaba ella<br />
fuera <strong>de</strong> camino en llorarle, o si no, que le viesen cuál venía.<br />
Preguntonos qué trabajos habíamos pa<strong>de</strong>cido, a que nosotros<br />
satisfacimos con <strong>de</strong>cir que más <strong>de</strong> veinte ladrones nos salieron<br />
y robaron, y que fue milagro quedar con la vida. El padre lo<br />
sintió como hombre y lo disimuló como tal, pues le riñó y dijo<br />
muchas pesadumbres.<br />
La soga vino, al fin, a quebrar por lo más <strong>de</strong>lgado, que fue<br />
<strong>de</strong>spedirme a mí y que buscase qué vestirme. Tampoco me dio<br />
esto pena, porque me veía con la vida y en tierra <strong>de</strong> cristianos,<br />
fuera <strong>de</strong> que los ojos <strong>de</strong> mi señora me dijeron: «Yo te vestiré».<br />
Diome con que cubrir las carnes, y por el gusto <strong>de</strong> su marido<br />
me dijo que buscase, y que en el ínterin que hallaba podía venir<br />
a dormir y comer a su casa sin que él lo supiese.<br />
Yo se lo agra<strong>de</strong>cí mucho, y cargando el pensamiento en<br />
buscar alguna cosa que me soldase la pérdida pasada, hallé una<br />
famosa, hija <strong>de</strong>l escuela <strong>de</strong> aquel buen viejo que me <strong>de</strong>stetó <strong>de</strong><br />
los pañales <strong>de</strong> la puericia, y fue pedir por Dios para ayuda a<br />
<strong>de</strong>scasarme. Unos se reían, otros se burlaban <strong>de</strong> mí, o entendían<br />
que yo <strong>de</strong> ellos, y todos al fin me daban. Si alguno me<br />
preguntaba por qué o cómo me quería <strong>de</strong>scasar, daba por<br />
respuesta que en Madrid me armó el lazo una vieja <strong>de</strong> tal suerte<br />
que, forzado, me hizo casar antes <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> su casa, <strong>de</strong> que<br />
tenía testigos suficientes, y que por falta <strong>de</strong> hacienda con que<br />
pleitear pedía por Dios para ello. Con esto llegué el dinero que<br />
se me había quitado y algo más.