max-lucado-aplauso_del_cielo-2 - Ondas del Reino
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Desearía poder decir que esto ocurre cada noche; no es así. Hay noches en las que Él<br />
invita y yo no escucho. Otras, Él invita y sencillamente no voy. Pero algunas, escucho su<br />
susurro poético: «Vengan a mí, todos ustedes que están cansados y agobiados» 3 yo le sigo.<br />
Dejo atrás los presupuestos, las cuentas y las fechas límite y camino con Él por la senda<br />
angosta que asciende a la montaña.<br />
Usted ha estado allí. Ha escapado de los cimientos arenosos <strong>del</strong> valle y ha escalado su<br />
gran saliente de granito. Ha dado su espalda al ruido y ha seguido su voz. Se ha alejado de<br />
las masas y ha seguido al Maestro mientras Él le guiaba hacia arriba por el sendero sinuoso<br />
que va a la cumbre.<br />
Su cumbre. Aire puro. Vista despejada. Brisa fresca. El clamor <strong>del</strong> mercado está allí<br />
abajo, y la perspectiva de la cima se encuentra aquí arriba.<br />
Con suavidad su guía lo invita a sentarse en la roca que está por encima <strong>del</strong> nivel de los<br />
árboles para mirar junto con Él los antiguos picos que nunca se erosionarán. «Lo que es<br />
necesario seguirá siéndolo», le confía Él. «Sólo recuerde:<br />
»No hay sitio al que mañana pueda ir en el que no haya estado yo anteriormente.<br />
»La verdad seguirá triunfando.<br />
»La muerte seguirá muriendo.<br />
»La victoria es suya.<br />
»Y el <strong>del</strong>eite está a sólo un paso, aférrese a él».<br />
La cumbre sagrada. Un lugar de permanencia en un mundo de transición.<br />
Reflexione acerca de las personas en su mundo. ¿No puede decirnos quiénes han estado<br />
en su montaña? Sus problemas no son muy diferentes. Y sus desafíos siguen siendo igual<br />
de severos. Pero hay una paz persistente que los vuelve sagrados. Una confianza en que la<br />
vida no se voltea por causa de presupuestos incumplidos o aviones desviados. Una<br />
serenidad que suaviza las comisuras de los labios. Un <strong>del</strong>eite contagioso que brilla en sus<br />
ojos.<br />
Y en sus corazones reina una confianza cual fortaleza que cree que el valle puede ser<br />
soportado, incluso disfrutado, porque sólo hay una decisión que los separa de la montaña.<br />
Leí recientemente acerca de un hombre que había respirado el aire de la cumbre. Sus<br />
viajes ascendentes por la senda se habían iniciado a principios de su vida y le habían<br />
servido de apoyo hasta el fin. Unos pocos días antes de morir, un sacerdote fue a visitarlo al<br />
hospital. Al entrar el sacerdote a la habitación, notó una silla desocupada junto a la cama<br />
<strong>del</strong> hombre. El sacerdote le preguntó si alguno había ido a visitarlo. El viejo hombre sonrió:<br />
«En esa silla ubico a Jesús, y le hablo».<br />
El sacerdote quedó perplejo, de modo que el hombre explicó. «Hace años un amigo me<br />
dijo que la oración era tan sencilla como hablarle a un buen amigo. Así que cada día acerco<br />
una silla, invito a Jesús a sentarse y desarrollamos una buena plática».<br />
Algunos días después, la hija de este hombre se acercó a la casa parroquial para<br />
informar al sacerdote que su padre acababa de morir. «Como parecía estar tan contento»,<br />
dijo ella, «lo dejé solo en su habitación por un par de horas». Cuando regresé, lo encontré<br />
muerto. Sin embargo, noté algo extraño: Su cabeza estaba apoyada, no sobre la almohacia,<br />
sino sobre una silla desocupada que estaba junto a su cama». 4<br />
3 Mateo 11.28 .<br />
4 Walter Burkhardt, Tell the Next Generation (Díganlo a la siguiente generación], Paulist,<br />
Ramsey, NJ, 1982, p. 80, según cita de Brennan Manning, Lion and Lamb [El león y el<br />
cordero], Chosen, Revell, Old Tappan, NJ, 1986, p. 129.