max-lucado-aplauso_del_cielo-2 - Ondas del Reino
max-lucado-aplauso_del_cielo-2 - Ondas del Reino
max-lucado-aplauso_del_cielo-2 - Ondas del Reino
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
furia <strong>del</strong> viento y de las olas. Y sabe que los momentos como este no son apropiados para<br />
tratar de destacarse; son momentos adecuados para solicitar ayuda.<br />
Es por eso que cuando ve a Jesús caminar sobre el agua hacia la barca, es el primero en<br />
decir: «Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas». 3<br />
Ahora bien, algunos dicen que esta declaración es un simple pedido de verificación.<br />
Pedro, sugieren ellos, desea probar que la persona que ven verdaderamente es Jesús y no<br />
cualquiera que salió a pasear cruzando un mar embravecido en medio de la noche. (Uno<br />
debe ser bien precavido, ¿no le parece?)<br />
De modo que Pedro consulta sus notas, se quita los anteojos, despeja la garganta y<br />
formula una pregunta que cualquier buen abogado plantearía: «Ejem, Jesús, si fuese tan<br />
amable de demostrar su poder y probar su divinidad mandándome a caminar sobre el agua<br />
con usted, le quedaría sumamente agradecido».<br />
Eso no me resulta creíble. No creo que Pedro esté buscando una aclaración; creo que<br />
intenta salvar su pellejo. Tiene conciencia de dos realidades: Se está hundiendo y Jesús<br />
sigue a flote. No le toma mucho tiempo decidir dónde preferiría estar.<br />
Quizás una interpretación más adecuada de su pedido sería: «Jeeeeeeeesús. ¡Si eres tú,<br />
sácame de aquí!»<br />
«Ven» es la invitación.<br />
Pedro no necesita que se lo repitan. No todos los días tiene uno oportunidad de caminar<br />
sobre el agua atravesando olas que son más altas que uno. Pero al quedar frente a las<br />
alternativas de muerte segura o vida posible, Pedro sabe qué quiere.<br />
Los primeros pasos van bien. Pero luego andar otros sobre el agua se olvida de mirar a<br />
Aquel que lo había llevado hasta allí, y se hunde.<br />
En este instante vemos la diferencia principal entre Aníbal y Pedro, la diferencia entre<br />
un hombre que esconde su problema y uno que lo reconoce.<br />
Aníbal prefiere preocuparse más por su imagen que por su vida. Prefiere hundirse antes<br />
que permitir que sus amigos lo escuchen pedir ayuda. Prefiere hundirse «a su manera»<br />
antes que salvarse «a la manera de Dios».<br />
En cambio, Pedro sabe que no debe mirarle los dientes a caballo regalado. Sabe que no<br />
le conviene morder la mano que puede salvarlo. Su respuesta quizás no tenga mucha<br />
categoría —es posible que no le asegure salir en la portada de Gentleman’s Quarterly<br />
[Revista Trimestral de Caballeros] ni siquiera en la de Sports Illustrated [Deporte<br />
Ilustrado]—, pero logra sacarlo de aguas profundas:<br />
«¡Sálvame!»<br />
Y como Pedro prefiere tragar orgullo antes que agua, una mano atraviesa la lluvia y lo<br />
levanta.<br />
El mensaje es claro.<br />
Mientras Jesús sea una opción entre muchas, no es una alternativa. Mientras usted<br />
pueda llevar sus cargas por su cuenta, no necesita quien se las lleve. Mientras su situación<br />
no le produzca dolor, no podrá recibir consuelo. Mientras tenga la posibilidad de tomarlo o<br />
dejarlo, más vale que lo deje, porque no es posible tomarlo a medias.<br />
Pero cuando llora, cuando llega al punto de sentir pena por sus pecados, cuando<br />
reconoce no tener otra alternativa que echar sobre Él todas sus cargas, y cuando<br />
verdaderamente no haya otro nombre que pueda invocar, entonces eche sobre Él todas sus<br />
cargas, pues estará esperando en medio de la tormenta.<br />
3 Mateo 14.28 .