max-lucado-aplauso_del_cielo-2 - Ondas del Reino
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Domina las tres «P» <strong>del</strong> mundo empresarial. Prosperidad. Posteridad. Poder. Él es el<br />
joven… dirigente… rico. 1<br />
Hasta hoy, para él la vida ha sido un paseo agradable por una avenida de neón. Pero<br />
ahora tiene una pregunta. ¿Una preocupación fortuita o un temor genuino? No lo sabemos.<br />
Lo que sí sabemos es que ha venido en busca de consejo.<br />
Para alguien tan acostumbrado a dictar órdenes, debe resultarle incómodo tener que<br />
solicitar la ayuda de este hijo de carpintero. Para un hombre de su nivel procurar consejo de<br />
un burdo campesino no constituye un procedimiento común. Pero esta pregunta no es<br />
común.<br />
—Maestro —le pregunta—, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?<br />
Su forma de expresar la pregunta deja en claro su creencia errónea. Piensa que puede<br />
conseguir vida eterna <strong>del</strong> mismo modo que obtiene todo lo demás: por su propia fuerza.<br />
—¿Qué debo hacer yo ?<br />
Jesús: ¿Cuáles son los requisitos? ¿Cuál es el punto clave? Sin vueltas; directo al grano.<br />
¿Cuánto hace falta que invierta para asegurar mi ganancia?<br />
La respuesta de Jesús intenta hacerlo retroceder.<br />
—Si quieres entrar en la vida, obedece los mandamientos.<br />
A ese nivel, un hombre que tuviese al menos media conciencia, habría gesticulado<br />
levantando las manos. «¿Guardar los mandamientos? ¡Guardar los mandamientos! ¿Sabe<br />
usted cuántos mandamientos hay? ¿Ha leído últimamente la ley? Lo he intentado —de<br />
verdad que lo he intentado—, pero no puedo».<br />
Eso es lo que debiera decir el dirigente, pero esa confesión es lo que más dista de su<br />
mente. En lugar de pedir ayuda, toma un lápiz y un papel y pide la lista.<br />
—¿Cuáles?<br />
Moja el lápiz con la lengua y arquea una ceja.<br />
Jesús lo complace.<br />
—No mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, honra a tu padre y<br />
a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.<br />
«¡Fantástico!» piensa el joven al acabar las anotaciones. «Ahora tengo el examen.<br />
Veamos si apruebo.<br />
»¿Asesinato? Por supuesto que no. ¿Adulterio? Bueno, nada que no haría cualquier<br />
joven de sangre roja. ¿Robos? Un poco de extorsión, pero todo justificable. ¿Falso<br />
testimonio? Mmmmm… sigamos a<strong>del</strong>ante. ¿Honra a tu padre y a tu madre? Por supuesto,<br />
los veo en días feriados. ¿Ama a tu prójimo como a ti mismo…?<br />
—Vaya —sonríe—, facilísimo. He cumplido todos estos. A decir verdad, los he<br />
cumplido desde niño.<br />
Fanfarronea un poco y se engancha un pulgar en el cinturón.<br />
—¿Queda algún otro mandamiento para mí?<br />
Cómo logra Jesús contener la risa, o el llanto, escapa a mi comprensión. La pregunta<br />
que tenía como propósito mostrar al dirigente cuán corto se quedaba sólo logra convencerlo<br />
de su estatura elevada. Es un niño que chorrea agua por el piso mientras le dice a su mamá<br />
que no ha estado en la lluvia.<br />
Jesús va directo al grano.<br />
—Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás<br />
tesoro en el <strong>cielo</strong>.<br />
1 Su historia se relata en Mateo 19 , Marcos 10 y Lucas 18 .