max-lucado-aplauso_del_cielo-2 - Ondas del Reino
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SEMILLAS DE PAZ<br />
¿Q uiere ver un milagro? Haga esta prueba.<br />
Tome una semilla <strong>del</strong> tamaño de una peca. Póngala bajo varios centímetros de tierra.<br />
Déle suficiente agua, luz y fertilizante. Y prepárese. Una montaña será movida. No importa<br />
que la tierra sea millones de veces más pesada que la semilla. La semilla la empujará hasta<br />
correrla.<br />
Cada primavera, soñadores de todo el mundo plantan pequeñas esperanzas en suelo<br />
arado. Y cada primavera, sus esperanzas presionan contra lo imposible y florecen.<br />
Nunca subestime el poder de una semilla.<br />
Que yo sepa. Santiago, el escritor de la epístola, no era agricultor. Pero conocía el poder<br />
de una semilla en suelo fértil.<br />
«Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz». 1<br />
El principio de la paz es la misma que el principio de las cosechas: Nunca subestimar el<br />
poder de una semilla.<br />
La historia de Heinz es un buen ejemplo. Europa 1934. La plaga de antisemitismo de<br />
Hitler estaba infectando al continente. Algunos lograrían escapar de ella. Otros morirían a<br />
causa de ella. Pero Heinz, un niño de once años, aprendería de ella. Aprendería el poder de<br />
sembrar semillas de paz.<br />
Heinz era judío.<br />
La aldea bávara de Fürth, donde vivía Heinz, se iba plagando de jóvenes rufianes de<br />
Hitler. El padre de Heinz, un maestro, perdió su trabajo. Se acabaron las actividades<br />
recreativas. La tensión en las calles iba en aumento.<br />
Las familias judías se aferraron a las tradiciones que los unían: acatamiento <strong>del</strong> día de<br />
reposo, de Rosh Hashanah, de Yom Kippur. Antiguas costumbres adquirieron nuevo<br />
significado. Al hinchar y oscurecerse las nubes de persecución, estos antiguos preceptos se<br />
convirtieron en precioso escondedero en una poderosa roca.<br />
Y a medida que las calles se iban convirtiendo en campo de batalla, tal seguridad<br />
equivalía a supervivencia.<br />
Los jóvenes de Hitler merodeaban por los vecindarios buscando dificultades. El joven<br />
Heinz aprendió a mantener los ojos abiertos. Cuando veía una banda de alborotadores, se<br />
pasaba al otro lado de la calle. A veces lograba escapar de una pelea… otras veces no.<br />
Un día, en 1934, ocurrió un enfrentamiento decisivo. Heinz se encontró frente a frente<br />
con un matón de Hitler. Parecía inevitable una golpiza. Esta vez, sin embargo, se alejó<br />
ileso… no por causa de lo que hizo, sino por lo que dijo. No ofreció resistencia; habló.<br />
Convenció a los alborotadores que no era necesaria una lucha. Sus palabras detuvieron la<br />
batalla. Y Heinz vio de primera mano cómo la lengua puede crear paz.<br />
1 Santiago 3.18 .