max-lucado-aplauso_del_cielo-2 - Ondas del Reino
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Imagine que logre igualar los tantos. Suponga que se vengue de él. Que ella reciba lo<br />
que se merece. Que su furiosa fantasía logra su objetivo feroz y usted devuelve todo su<br />
dolor con intereses. Imagínese de pie sobre el cadáver de la persona que ha odiado. ¿Acaso<br />
ahora será libre?<br />
La escritora de esta carta pensó que lo sería. Pensó que su venganza traería liberación.<br />
Pero descubrió que no.<br />
Descubrí a mi esposo sosteniendo relaciones sexuales con otra mujer. Me juró que<br />
nunca volvería a suceder. Me rogó que lo perdonara, pero no podía… no quería hacerlo.<br />
Estaba tan amargada y era tan incapaz de tragarme mi orgullo que no podía pensar en otra<br />
cosa que no fuese venganza. Yo lo haría pagar y pagar caro. Me cobraría mi venganza.<br />
Solicité el divorcio, pese a que mis hijos me rogaban que no lo hiciese.<br />
Aun después <strong>del</strong> divorcio, mi esposo intentó reconquistarme durante dos años. Me<br />
negué a cualquier tipo de contacto con él. Él había dado el primer golpe; ahora se lo<br />
devolvía. Lo único que me interesaba era hacerle pagar.<br />
Finalmente se dio por vencido y se casó con una hermosa y joven viuda que tenía un<br />
par de hijos pequeños. Comenzó a reconstruir su vida… sin mí.<br />
Los veo ocasionalmente, y se ve tan feliz. Todos parecen estar felices. Y aquí estoy<br />
yo… una mujer solitaria, vieja y desdichada que permitió que su orgullo egoísta y necia<br />
obstinación arruinasen su vida.<br />
La infi<strong>del</strong>idad es mala. La venganza también. Pero lo peor de todo es que, sin perdón, lo<br />
único que queda es la amargura.<br />
El resentimiento es la cocaína de las emociones. Hace que nuestra sangre bombee y<br />
nuestro nivel de energía se eleve. Pero, al igual que la cocaína, exige dosis cada vez más<br />
grandes y más frecuentes. Hay un punto peligroso en el que el enojo deja de ser una<br />
emoción y se convierte en una fuerza impulsora. Una persona abocada a la venganza se va<br />
alejando cada vez más de la posibilidad de perdonar, pues carecer de enojo equivale a<br />
carecer de fuente de energía.<br />
Eso explica por qué los amargados se quejan a cualquiera que los escuche. Eso ayuda a<br />
explicar la existencia <strong>del</strong> KKK y otras organizaciones de ese tipo. Los miembros de estos<br />
grupos alimentan mutuamente su enojo. Y es por eso que los resentidos a menudo parecen<br />
irrazonables. Son adictos a su amargura. No quieren rendir su enojo, pues hacerlo<br />
equivaldría a rendir su razón de vivir.<br />
Quite al racista su fanatismo, y ¿qué le queda? Remueva la venganza <strong>del</strong> corazón <strong>del</strong><br />
extremista, y su vida queda vacía. Extraiga el chauvinismo <strong>del</strong> machista radical, y ¿qué es<br />
lo que queda?<br />
El resentimiento se parece a la cocaína en otra forma también. La cocaína puede matar<br />
al adicto. Y la ira puede matar al airado.<br />
Puede matar físicamente. Se ha establecido una relación entré la ira crónica y el<br />
colesterol elevado, la presión alta y otros males mortales. Puede matar emocionalmente, por<br />
el hecho de que puede elevar los niveles de ansiedad y llevar a la depresión. 1 Y también<br />
puede resultar espiritualmente fatal. Produce la sequía y muerte <strong>del</strong> alma.<br />
El odio es un perro rabioso que se vuelve contra su propio dueño. La venganza es un<br />
fuego abrasador que consume al incendiario. La amargura es un lazo que atrapa al cazador.<br />
1 Archibald Hart, The Hidden Link betunen Adrenalin and Stress [El eslabón perdido entre<br />
la adrenalina y el estrés], Word, Waco, TX, 1986, pp. 101,142-45.