max-lucado-aplauso_del_cielo-2 - Ondas del Reino
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13<br />
LINDO PALACIO PERO SIN REY<br />
L as leyendas <strong>del</strong> Taj Mahal. Todas fascinan, pero hay una que espanta.<br />
La esposa preferida <strong>del</strong> gran Mogol Jahangir murió. Devastado, resolvió honrarla<br />
construyendo un templo que le sirviera de tumba. Su féretro fue colocado en el centro de<br />
una gran parcela de tierra y se inició la construcción <strong>del</strong> templo alrededor <strong>del</strong> mismo. No se<br />
ahorraría gasto alguno para lograr que su lugar de descanso final fuese magnífico.<br />
Pero al convertirse las semanas en meses, el dolor <strong>del</strong> Mogol fue eclipsado por su<br />
pasión por el proyecto. Ya no lloraba por la ausencia de ella. La construcción lo consumía.<br />
Un día, mientras caminaba de un lado a otro de la obra en construcción, su pierna chocó<br />
contra una caja de madera. El príncipe se sacudió el polvo de la pierna y ordenó al obrero<br />
que se deshiciera de la caja.<br />
Jahangir no sabía que había ordenado la eliminación <strong>del</strong> féretro —ahora olvidado—<br />
escondido bajo capas de polvo y tiempo.<br />
La persona que se pretendía honrar mediante la construcción <strong>del</strong> templo había sido<br />
olvidada, pero el templo igualmente fue erigido.<br />
¿Difícil de creer? Quizás. Pero aun así produce espanto.<br />
¿Podría ocurrir que alguno construyese un templo y olvidase el porqué? ¿Podría alguno<br />
construir un palacio y sin embargo olvidarse <strong>del</strong> rey? ¿Podría alguno esculpir un tributo y<br />
olvidarse <strong>del</strong> héroe?<br />
Responda usted a esas preguntas. Contéstelas en una iglesia. La próxima vez que entre a<br />
un culto, ubíquese de manera que pueda ver a la gente. Luego decida.<br />
Uno puede darse cuenta de quiénes recuerdan al que fue inmolado. Tienen cara de<br />
asombro y expectativa. Son niños que observan mientras se desenvuelve un regalo. Son<br />
siervos que se quedan quietos al pasar un rey. No se duerme en la presencia de la realeza.<br />
Uno no bosteza cuando está recibiendo un obsequio, ¡especialmente si el que lo da es el rey<br />
mismo!<br />
También es posible darse cuenta de cuáles sólo ven el templo. Sus ojos divagan. Sus<br />
pies están inquietos. Sus manos no dejan de moverse y sus bocas se abren… no para cantar<br />
sino para bostezar. Pues por mucho que intenten mantener su asombro, sus ojos empiezan a<br />
ponerse vidriosos. Todos los templos, incluso el Taj Mahal, pierden su brillo al cabo de un<br />
tiempo.<br />
Los observadores de templos no tienen intención de aburrirse. A ellos les encanta la<br />
iglesia. Pueden nombrar sus actividades y alabar a sus pastores. No es su intención volverse<br />
rancios. Se ponen sombreros y medias de nylon, sacos y corbatas y vienen todas las<br />
semanas. Pero aun así, hay algo que falta. Aquel que en una época pensaban honrar desde<br />
hace tiempo ha desaparecido.