max-lucado-aplauso_del_cielo-2 - Ondas del Reino
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O si no usamos fuerza, probamos otros métodos. Acumulamos riquezas. Buscamos<br />
seguridad en las cosas. Cultivamos la fama y procuramos un nivel social.<br />
Pero, ¿dan resultado estos métodos? ¿Pueden el poder, las posesiones o la popularidad<br />
liberamos efectivamente de nuestros temores?<br />
Si el poder hubiese sido capaz, José Stalin habría sido una persona libre de temores. Sin<br />
embargo, este infame primer ministro ruso temía ir a la cama. Tenía siete dormitorios<br />
diferentes. Cada uno podía cerrarse tan herméticamente como una caja fuerte. A fin de<br />
despistar a cualquier asesino potencial, dormía en una habitación distinta cada noche. Cinco<br />
limusinas con chofer lo trasladaban dondequiera que fuese, cada una con cortinas cerradas<br />
de modo que nadie pudiera saber cuál llevaba a Stalin. Sus temores estaban tan<br />
profundamente arraigados que empleaba a un sirviente cuya única tarea era vigilar y<br />
proteger sus bolsitas de té. 1<br />
Si las posesiones conquistaran al temor, el fallecido billonario Howard Hughes no lo<br />
hubiese tenido. Pero es probable que usted conozca su historia. Su falta de confianza en la<br />
gente y la paranoia que le producían los gérmenes llevaron a este billonario a México,<br />
donde murió solo viviendo como un ermitaño cadavérico con una barba que le llegaba hasta<br />
la barriga y las uñas largas y retorcidas. 2<br />
¿Y qué pasa con la popularidad? La fama <strong>del</strong> Beatle John Lennon como cantante, autor<br />
e ídolo <strong>del</strong> pop lo convirtieron en una palabra de uso doméstico, pero sus temores le<br />
producían desdicha. Sus biógrafos lo describen como un hombre atemorizado, temeroso de<br />
dormir con las luces apagadas y de tocar cualquier cosa a causa de su suciedad. 3<br />
Aunque Stalin, Hughes y Lennon son casos extremos, son indicativos. «Aunque tienes<br />
cuerpo de tigre, tu corazón sigue siendo de ratón».<br />
Comparen sus historias con la vida de un joven poco conocido, pero de gran valentía,<br />
llamado Paul Keating. Una fría noche de febrero de 1980, Keating, de veintisiete años,<br />
regresaba caminando a casa por el Greenwich Village de Manhattan cuando vio a dos<br />
asaltantes armados que robaban a un estudiante universitario. Keating, un amable y muy<br />
admirado fotógrafo de la revista Time, tenía motivos sobrados para evitar dificultades. No<br />
conocía al estudiante. Nadie sabía que había visto el <strong>del</strong>ito. Lo superaban numéricamente.<br />
No tenía nada que ganar y mucho que perder, sin embargo saltó sobre los asaltantes. La<br />
víctima se escapó y corrió hasta un negocio de comidas cercano para solicitar ayuda.<br />
Momentos después, dos disparos retumbaron en la noche, y los asaltantes se alejaron<br />
corriendo. Paúl Keating fue hallado muerto en el pavimento.<br />
La ciudad de Nueva York le otorgó una medalla postuma al heroísmo. Pienso que estará<br />
de acuerdo con el comentario ofrecido por el Alcalde Edward Koch en la ceremonia:<br />
«Nadie vio a Paul Keating en la calle esa noche. Nadie lo obligó a dar un paso al frente en<br />
el momento de crisis. Lo hizo por lo que era». 4<br />
Bien expresado.<br />
1 Ian Grey, Stalin, Doubleday, Garden City, NY, 1979, p. 457, y Alex De Jonge, Stalin an<br />
the Shaping of the Soviet Union [Stalin y la formación de la Unión Soviética], William<br />
Morrow, New York, 1986, p. 450.<br />
2 «The Secret Life of Howard Hughes» [La vida secreta de Howard Hughes]. Time, 13 de<br />
diciembre de 1976, pp. 22–41.<br />
3 «John Lennon: In the Hard Day’s Light» [John Lennon: A la luz de un día agitado],<br />
People Weekly, 15 de agosto de 1989, pp. 68–69.<br />
4 «In Praise of Courage» [Elogio al valor], Quest, Noviembre 1980, p. 23.