Número 12 - CCH - Universidad Nacional Autónoma de México

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go, se comportaba como extranjero: una
iguana que pasaba muchos días bajo el
sol de la playa mientras leía libros como
enajenado, que criticaba a los “darianos”
diciéndoles que nunca entendieron al
“Paisano Inevitable”, o permanecía horas y
horas ante la computadora, ron en mano,
sin buscar trabajo.
Antes de que el pueblo me declarara
un “lucas”, un chalado en el mejor de los
casos, o narcotraficante y mantenido en el
peor, se me ocurrió investigar qué había
sido de Justo Alegre. En esas tres semanas
de Libertad bajo palabra que viví en
México, tuve el acierto de visitar a Rodrigo
Páez Montalbán, ex director del colegio
La Salle y ahora doctorado en Sociología
y confeso agnóstico. Cuando le conté la
anécdota de Justo, se rió y me dijo, con
sus “erres” fricativas de buen tico: Pues no
te equivocaste en cuanto a lo del asilo,
pero no estoy seguro de que naciera en
Zaragoza... vos sabés que a muchos hermanos
de la congregación les cambiaban
el nombre y, desde nuestros países tercermundistas,
a los españoles los considerábamos
de Galicia o de Asturias; pero, que
recuerde, era raro un cura de Aragón. Entonces,
¿está vivo?, le dije. Debe, no olvidés
que los chaparritos duran mucho... ahí
tenés a Francisco Franco, dijo derrapando
las “erres” con fastidio. Pero Cortázar no
murió joven, añadí. Bueno, él siempre fue
joven, contestó.
Total que, utilizando mi pasado lasallista
de buenas notas (casi nadie sabía que
era escritor), logré en el colegio la dirección
del asilo y de inmediato pedí visitarlo.
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En realidad, la residencia de ancianos de
esa hermandad no distaba de ser como
las casas asistenciales que había visto en
España en época de verano. Cuando la enfermera
me dijo Éste es el hermano Alegre,
percibí la imagen de Nikita Kruschev
o la del Papa polaco: un labrador caucasoide
reducido, por la edad, a su mínima
expresión corpórea, un pocket book de lo
que él me había hecho admirar. Noté que
la hemiplejia le impedía cualquier garbo.
No se angustie, va a cumplir 85 años pero
su cerebro le funciona muy bien, a pesar
de que tuvo una embolia hace cinco,
me dijo, preocupada, la mujer (quizá una
monja que en el trópico había olvidado
ponerse el hábito).
Me acerqué lo más que pude, sin olvidar
el olor de los peninsulares aun en
época de estío. Sé que no se acuerda de
mí, le dije, fui su alumno de Español en
León. Y asintió, como un árbol al que
el cierzo mueve una sola vez. Vine porque
tengo una deuda con usted, no es
religiosa, tal vez ni escolar... Soy escritor
y gané un concurso en España, aunque
casi nadie me conoce, y, bueno, uno
siempre inventa... tanto, que a usted ya
lo volví un personaje el día de la premiación.
¿Pícaro, zalamero, hidalgo, de qué
tipo?, creí entender que dijo. No había
pensado en eso, pero le hice un reconocimiento
cuando recibí el galardón y,
entre muchas cosas, especulé que usted
era de Zaragoza. Entonces exclamó: ¡Ah,
la Virgen del Pilar, lo más parecido a la
Guadalupana! ¿Es cierto?, le interrumpí.
Todos, en España, nacimos alrededor de
ritmo / nueva época
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