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Número 12 - CCH - Universidad Nacional Autónoma de México

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cada uno se hubiera embebido y saturado<br />

realmente <strong>de</strong> cada partícula <strong>de</strong>l alma y<br />

<strong>de</strong>l corazón <strong>de</strong>l otro; pero jamás llegamos<br />

a conseguirlo…”<br />

En su recuerdo, Humbert nos relata las<br />

vicisitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su gran amor por Annabel,<br />

cuya experiencia quedó in<strong>de</strong>leblemente<br />

grabada en su mente y <strong>de</strong>terminó su vida<br />

futura. “Lo espiritual y lo físico se habían<br />

fundido en nosotros con perfección tal<br />

que no pue<strong>de</strong> menos que resultar incomprensible<br />

para los jovenzuelos materialistas,<br />

rudos y convencionales <strong>de</strong> nuestro<br />

tiempo”. Cabe <strong>de</strong>cir que, en realidad, lo físico<br />

nunca se consumó; según las propias<br />

palabras <strong>de</strong> Humbert la cosa no pasó <strong>de</strong><br />

caricias y escarceos eróticos.<br />

Un breve paréntesis en este punto<br />

para hacer notar lo fino <strong>de</strong> la pluma <strong>de</strong><br />

Nabokov: las <strong>de</strong>scripciones <strong>de</strong> las situaciones<br />

eróticas son hechas con tal <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za<br />

y buen gusto, que es imposible que<br />

pudieran ofen<strong>de</strong>r a nadie. Por ejemplo,<br />

cuando cuenta sus amores con Annabel<br />

dice: “Mi amada procuraba aliviar el dolor<br />

<strong>de</strong>l anhelo restregando primero ásperamente<br />

sus labios secos contra los míos;<br />

<strong>de</strong>spués echaba hacía atrás la cabeza sacudiendo<br />

nerviosamente su cabello, y,<br />

por último, volvía a inclinarse sobre <strong>de</strong> mí<br />

como impelida por una fuerza irresistible<br />

y me <strong>de</strong>jaba succionar con ansia su boca<br />

abierta; por mi parte, impulsado por una<br />

generosidad pronta a ofrecérselo todo, mi<br />

corazón, mi garganta, mis entrañas, le había<br />

hecho ro<strong>de</strong>ar con su puño inexperto<br />

el cetro <strong>de</strong> mi pasión”.<br />

Todas las citas anteriores nos llevan a<br />

concluir que, <strong>de</strong>finitivamente, la historia<br />

con Lolita tiene su origen en Annabel.<br />

ritmo / nueva época<br />

imaginación y crítica<br />

Todos los ingredientes que Humbert vivió<br />

con Annabel (<strong>de</strong>seo, amor, fatalidad)<br />

se repiten veintiocho años <strong>de</strong>spués con<br />

Lolita: un primer encuentro don<strong>de</strong> queda<br />

<strong>de</strong>slumbrado por la belleza <strong>de</strong> la nínfula,<br />

el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> poseerla a pesar <strong>de</strong> los convencionalismos,<br />

y la obsesión que lo lleva<br />

a un <strong>de</strong>stino ineluctable.<br />

Hasta aquí el análisis <strong>de</strong> Humbert-adolescente.<br />

Del hombre maduro, ¿qué se<br />

pue<strong>de</strong> agregar? Es conocida la atracción<br />

irresistible que empiezan a sentir hacia la<br />

edad mediana los hombres por las mujeres<br />

más jóvenes, lo que muy elegantemente<br />

se llama el gusto por la fruta ver<strong>de</strong>.<br />

Pero si <strong>de</strong> mujeres muy jóvenes se trata,<br />

no hay problema, <strong>de</strong> hecho en muchas<br />

socieda<strong>de</strong>s a lo largo <strong>de</strong> la historia ha sido<br />

(y lo es aún) bien visto que un hombre<br />

maduro <strong>de</strong>spose a una muchacha. El problema<br />

surge cuando, como en el caso <strong>de</strong><br />

Humbert, la mujer es una adolescente <strong>de</strong><br />

doce años. Eso sí que es muy mal visto en<br />

toda sociedad.<br />

Y como un puente para hablar <strong>de</strong> Lolita,<br />

hay que mencionar a la madre, Charlotte,<br />

que tal y como se plantea en las condiciones<br />

para la elección <strong>de</strong>l ser amado, ella es<br />

la tercera en discordia. Según lo que nos<br />

cuenta Humbert, Charlotte trató <strong>de</strong> seducirlo<br />

casi <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer momento, a lo<br />

cual él nunca correspondió. Humbert veía<br />

a Charlotte como el conducto necesario<br />

e irremediable para estar cerca <strong>de</strong> Lolita,<br />

pero nunca fue objeto <strong>de</strong> su <strong>de</strong>seo. En la<br />

mente obtusa <strong>de</strong> Charlotte nunca pasó<br />

siquiera la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que Humbert estuviese<br />

enamorado <strong>de</strong> su hija; sin embargo, <strong>de</strong><br />

manera inconsciente se <strong>de</strong>sató entre madre<br />

e hija una lucha por seducir al hombre,<br />

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