Número 12 - CCH - Universidad Nacional Autónoma de México

de los otros, ubica por una parte las relaciones
sexuales con un partenaire humano
(incesto, homosexualidad, paidofilia,
autoerotismo), y por otro lado, las relaciones
sexuales con un objeto humano (fetichismo,
zoofilia, transvestismo). En las
perversiones de fin, distingue tres tipos
de prácticas: el placer visual (exhibicionismo,
voyeurismo), el placer de sufrir
o hacer sufrir (sadismo, masoquismo),
el placer por sobre estimación exclusiva
de una zona erógena (o de un estadio),
es decir la boca (fellatio, cunnilingus) o el
aparato genital.
El seductor de Kierkegaard practica
esta perversión en cuanto a los fines:
Generalmente se quiere gozar de una muchacha
como quien saborea una copa de
Champagne en el momento que espumea.
No niego que algunas veces eso sea agradabilísimo,
y sea hasta lo más que se puede
sacar de ciertas muchachas; pero en mi
caso he de poder tocar la meta, con seguridad,
de mucho más cerca. Lo primero que
debe hacerse es llevar a una muchacha al
punto en que sólo conozca un deber: el de
abandonarse plenamente a su amado, tanto
como si, llena de exaltada beatitud, mendigase
ese favor. Sólo entonces es cuando
se pueden obtener de ella los verdaderos y
grandes placeres. Y a esto sólo se llega por
medio de una elaboración espiritual. 66
Esta perversión “espiritual” tendría su
contraparte en una antigua actitud china
hacia el sexo: el tao, donde lo importante
es la satisfacción femenina, y la aceptación
de que el orgasmo masculino y la eyacu-
ritmo / nueva época
imaginación y crítica
lación, no son una misma cosa. 67 Para los
taoístas según Mantak Chia y Maneewan
Chia las aguas vaginales de la mujer eran
uno de los grandes elixires, y animaban a
los hombres a beber el chi de las vaginas
de sus compañeras, a las vaginas daban el
nombre de cámara de jade. 68
Los taoístas dejaron absolutamente
claro el valor del sexo oral para llevar rápidamente
las aguas de la mujer al punto
de ebullición y recomendaron decididamente
que los hombres comieran a sus
compañeras hasta que éstas imploraran la
penetración.
Asimismo, compararon la sexualidad
masculina con el fuego, y la femenina,
con el agua. Mientras que la sexualidad
masculina es de fácil ignición (los hombres
se excitan con presteza), también se
extingue fácilmente (los hombre eyaculan
con rapidez). La sexualidad femenina,
aunque tarda más en llegar al punto
de ebullición (las mujeres necesitan más
tiempo para excitarse), es la más fuerte y
duradera de las dos (las mujeres no acaban
con la eyaculación y su enfriamiento
es más lento).
De cualquier manera, la concepción
oriental de la sexualidad femenina, fue
completamente desconocida por el Don
Juan de occidente, la mujer en el oriente
“sí importa”, no simboliza a un “objeto”
de placer, tampoco la incógnita a despe-
66 Sören A. Kierkegaard. Diario de un seductor.
México: Fontamara, 2001, p. 43.
67 Lolan Chang. El tao del amor y del sexo. Madrid:
Año Cero, 1994, pp. 24-25.
68 Mantak Chia, y Chia, Maneewan, et al. La pareja
multiorgásmica. México: Neo Person Ediciones,
2000, p. 135.
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